De socios en el vestuario a rivales por el mando del Barcelona: la verdadera historia del enfrentamiento entre Guardiola y Mourinho

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Guardiola y Mourinho: de compañeros en el Barcelona a rivales históricos en el fútbol europeo

En los años noventa comenzó a escribirse el primer capítulo de una relación que marcaría al fútbol moderno: Pep Guardiola brillaba como cerebro del mediocampo y referente indiscutido de un Barcelona que dominó la Liga española cuatro temporadas seguidas y levantó su primera Copa de Europa en 1992. Mientras tanto, en las sombras del mismo vestuario, José Mourinho aprendía el oficio como traductor y asistente de Bobby Robson, según recordó The Guardian, absorbiendo cada detalle de un mundo que pronto reclamaría como propio.

Compartieron largas horas de preparación, estrategia y convivencia, pero también forjaron diferencias profundas: mientras Guardiola encarnaba la búsqueda del fútbol de posesión y armonía colectiva, Mourinho mostraba un espíritu pragmático y minucioso, obsesionado con la táctica y el resultado.

Barcelona: el trasfondo de una ruptura

La convivencia entre ambos pronto reflejó ese contraste de estilos. Guardiola, figura nacida en La Masía, apostaba por la fluidez del balón y la construcción desde abajo. Mourinho, que aprendió de técnicos como Robson y Louis van Gaal, absorbió una mirada práctica y detallista, orientada a la eficacia y la gestión de vestuario.

Según BBC Sport, las diferencias se mantuvieron bajo la superficie hasta 2008, cuando ambos compitieron por el mismo cargo: el banco del Barcelona tras la salida de Frank Rijkaard. Mourinho, consagrado con el Porto y el Chelsea, presentó su proyecto. Sin embargo, la dirigencia apostó por Guardiola, en ese momento entrenador del Barcelona B.

“Sentí que era mi oportunidad, pero eligieron otro camino”, admitió Mourinho a Sky Sports, revelando una herida que dividiría sus caminos para siempre.

El primer gran enfrentamiento: Inter y Barcelona, una semifinal inolvidable

La elección de Guardiola como entrenador del Barcelona en 2008 fue el punto de quiebre con Mourinho

La temporada 2009/10 marcó el primer gran duelo como adversarios: Guardiola al mando de un Barcelona estelar; Mourinho como director técnico de un Inter de Milán que buscaba devolver al club a la elite europea.

Tras empatar sin goles en la fase de grupos de Champions League, la verdadera batalla llegó en la semifinal. En la ida, el Inter ganó 3-1 en el Giuseppe Meazza con una exhibición defensiva y táctica. “Ganamos con coraje, con inteligencia y con el corazón. No nos avergüenza defender”, expresó Mourinho según The Telegraph, en alusión a las críticas por el planteo.

El partido de vuelta en el Camp Nou tuvo a un Inter resistiendo con diez jugadores durante casi toda la segunda parte. Mourinho celebró la clasificación a la final en el suelo azulgrana y, consciente del significado de esa victoria, declaró: “Fue el partido más difícil de mi carrera. Nadie creía en nosotros”.

Nuevos escenarios: la rivalidad se traslada a España

Impulsado por aquel cruce europeo ante el Barcelona, Mourinho llegó al Real Madrid en 2010 con un objetivo claro: derrocar la supremacía blaugrana. La primera vez que se enfrentaron en LaLiga, el 29 de noviembre de 2010, el Barcelona de Guardiola venció 5-0 al Madrid. “Fue el peor resultado de mi carrera”, reconoció Mou en rueda de prensa. Por su parte, Pep celebró: “Esta noche hemos jugado el fútbol que soñábamos mostrarle al mundo”, según reportó BBC Sport.

La primavera de 2011 desató una tormenta sin precedentes: cuatro Clásicos en apenas 18 días pusieron a España y al mundo en vilo. En medio de esa seguidilla histórica, el Real Madrid de Mourinho levantó la Copa del Rey gracias a un cabezazo implacable de Cristiano Ronaldo. “Hemos roto el dominio del club catalán. Estos jugadores merecen respeto”, lanzó el técnico portugués en una rueda de prensa cargada de tensión y desafío.

La rivalidad entre Guardiola y Mourinho transformó los clásicos entre Barcelona y Real Madrid (Reuters)

La polémica ocurrió en las semifinales de Champions: expulsión de Pepe, reproches cruzados y acusaciones de favoritismo arbitral. “¿Por qué siempre ocurre lo mismo? Un día, Guardiola ganará una Champions limpia”, lanzó Mourinho en la sala de prensa, según The Guardian. Luego, Pep respondió ante los micrófonos: “En esta sala, Mourinho es el puto jefe, el puto amo. Yo no quiero competir fuera del campo”.

La tensión acumulada desembocó en un episodio icónico: durante la Supercopa de España de 2011, Mourinho fue filmado metiendo el dedo en el ojo de Tito Vilanova, asistente de Guardiola, un gesto que recorrió el mundo. A partir de entonces, cada cruce fue una batalla discursiva y táctica. Provocaciones, silencios elocuentes y la intensidad mediática convirtieron sus enfrentamientos en un espectáculo.

Últimos capítulos y el presente: el antagonismo se fue apagando

Tras los episodios explosivos de los clásicos españoles, la historia continuó sumando capítulos. En 2012, ya cerca del final de su etapa en el Real Madrid, Mourinho volvió a encender la polémica al declarar en una entrevista para The Guardian que “Guardiola es un grandísimo entrenador, pero ha tenido mucha suerte con los árbitros en Champions”.

El antagonismo entre Guardiola y Mourinho se fue diluyendo tras sus etapas en España (REUTERS/Russell Cheyne)

El último gran duelo entre ambos se produjo en la Supercopa de Europa de 2013, cuando Guardiola dirigía al Bayern Múnich y Mourinho al Chelsea: el partido terminó igualado y se definió por penales, con victoria para los alemanes.

Si bien el ambiente fue menos tenso que en los duelos españoles, la competitividad seguía latente. “En la cancha, siempre queremos ganar al otro, no importa cuánto tiempo haya pasado”, admitió Mourinho tras ese encuentro, según BBC Sport.

Con los años y caminos separados, el enfrentamiento perdió fuerza. Guardiola se consolidó como figura en el Manchester City, sumando títulos en la Premier League y una Champions en 2023. Mourinho, tras dirigir al Manchester United, la Roma y una breve etapa en el Fenerbahçe, asumió el desafío de conducir al Benfica.

Hoy, aquellas tensiones que dividieron al deporte quedaron atrás. El antagonismo ya no define sus trayectorias, pero el recuerdo de sus duelos sigue vivo en la memoria de los fanáticos y en la historia de los grandes choques del fútbol europeo.