Es argentino y visitó Annobón, la isla africana que pidió ayuda al Gobierno nacional: “Todo es desolación y olor a basura quemada”

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Annobón es una isla de apenas 17 kilómetros cuadrados que pertenece a Guinea Ecuatorial. Se ubica a 600 kilómetros de parte continental del país y acumula un largo historial de aislamiento y denuncias de abusos de todo tipo por parte de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, quien gobierna ese país con mano de hierro desde hace más de cuatro décadas.

Debido a las deplorables condiciones en las que se encuentra la isla, la escasez de servicios básicos y los constantes ataques sexuales que padecen mujeres y niñas por parte de los militares del régimen, los pobladores declararon su independencia en 2022.

En medio de ese sombrío panorama, en mayo de 2025, voceros del movimiento annobonés empezaron a buscan apoyo humanitario y diplomático de países con los que perciben “lazos históricos y lingüísticos”, y citaron a Argentina por la herencia hispánica compartida.

Annobón es una isla de 17 kilómetros cuadrados que pertenece a Guinea Ecuatorial, ubicada sobre el Océano Atlántico

Querríamos ser parte del país, quizás como estado asociado o como provincia”, dijo el primer ministro annobonés, Orlando Cartagena Lagar, quien recurrió a un pasado colonial común con Argentina. Además, pidió que el presidente Javier Milei “preste atención al pueblo de Annobón” y “les tienda la mano”, al hacer referencia de que Annobón “empezó siendo dominada por Portugal, pasó por manos holandesas y después pasó por manos españolas, y se integró dentro del Virreinato del Río de la Plata”.

Para conocer cómo viven sus 2.000 habitantes (eran más de 15.000 pero la mayoría optó por el exilio), un influencer argentino visitó la isla y contó cómo la crisis política y económica afecta gravemente a su supervivencia.

Para llegar a Annobón, el influencer argentino

Todo es desolación y olor a basura quemada”, esa fue la primera impresión que tuvo “Un Topo Por el Mundo” (así prefiere que lo llamen, sin dar a conocer su verdadero nombre) al pisar la isla, donde permaneció una semana.

Consultado por Infobae acerca de qué lo llevó a visitar el lugar, el joven fue contundente: “Me interesa visitar los que son poco frecuentados, a pesar de que ello implique un riesgo. Incluso, me llama la atención de que hay lugares sobre los cuales muchas personas habla, como fue el caso de Annobón hace unos meses, pero que nadie visita”.

De hecho, por lo que le contaron los propios annoboneses, “Topo” se convirtió “en el único turista argentino en visitar Annobón”.

De acuerdo a lo que le dijeron los lugares,

Llegar a ese punto perdido del mapa le demandó unas 35 horas de viaje. Partió de Buenos Aires hasta Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, con una escala previa en Etiopía. “Luego tuve que conseguir el vuelo hasta Annobón, algo que es novedoso, ya que Ceiba, la aerolínea local comenzó a operar estos vuelos semanales recién en junio de este año y no lo hace con frecuencia”, detalló.

Si bien también tenía la opción de llegar en barco, que es la más usada por los locales, “Topo” contó que esa embarcación realiza su viaje de forma mensual, pero con fecha incierta y hasta con atrasos. “Durante mi estadía el barco no partió en el tiempo correspondiente y ya tenía un atraso de 15 días. De hecho mi idea era la de ir y regresar en barco, pero no lo pude hacer”, admitió.

Cuando el avión aterrizó, le llamó la atención que había mucha gente esperando el vuelo. “Es un hecho que mueve al pueblo y ni que hablar cuando llega el barco. Dicen que es una fiesta. Pero lo que se siente es la desolación y a la vez recuerdo el olor, que era el de basura quemada, que provenía desde la montaña”, describió.

En Annobón, la mayoría de sus habitantes hablan en español

Otra situación que lo sorprendió fue que, a pesar de estar dentro del mismo país, le sellaron nuevamente el pasaporte: “Te hacen un ingreso como si fuera Migraciones. No solo tenía el sello de Guinea Ecuatorial en Malabo, también me lo pusieron en Novo”.

La llegada no fue sencilla: su alojamiento se organizó “por contacto de contacto” y la mujer que debía buscarlo por el aeropuerto no estaba. “No tenía forma de comunicarme con ella porque en la isla no hay Internet. Solo hay llamadas a la vieja usanza”, especificó.

Finalmente, lo buscó Celestina, otra vecina local, y lo llevó a su hostal. Allí descubrió otro de los grandes problemas de Annobón: la falta de agua corriente. “No hay bomba para darle presión al agua en toda la isla. Entonces, van a buscar el agua en la cuadra, la traen en baldes y con eso te duchás”, graficó sobre la falta de servicios públicos.

La habitación le costó 12.000 francos (21 dólares) por noche tras una negociación, mientras que el pasaje ida y vuelta le salió 175.000 francos, lo que equivalía a unos 600 dólares de gasto sin contar los vuelos hasta Guinea.

El recibimiento que “Topo” tuvo en la ciudad fue bastante invasivo. “Todos se acercaban, me preguntaban de todo, parecía un interrogatorio”, relató. Además, cada persona con la que hablaba, luego era llevada a la comisaría, donde los indagaban acerca de qué habían hablado con él.

Pero una vez que entró en confianza, hasta lo invitaron a tomar Fernet en la costanera. “En un momento se acercó el comisario de la isla y me dijo ‘no estoy aquí como policía, sino como amigo’”, contó.

En una de sus recorridas nocturnas,

En esa escena curiosa, el joven relató la conversación que tuvo con él: “Yo le expliqué que en Argentina lo tomamos de la botella, doblando el pico para no lastimarse. Se sorprendió y dijo: ‘Muy bonito, muy bonito, vamos a probar’”.

El aislamiento fue otro de los aspectos que más lo impactó. “No hay wifi ni datos. Solo podés mandar SMS o llamar, y cada mensaje es carísimo. Para comunicarme con mi mamá tuve que armar una triangulación: yo mandaba mensajes a Malabo, mis amigos escribían por WhatsApp a mi madre y ellos me reenviaban su respuesta”, explicó.

El abastecimiento también es un desafío: “Había un solo supermercado, pero estaba desabastecido porque el barco mensual todavía no había llegado. Así que sobreviví con garbanzos y algunas compras mínimas”.

Esa dependencia es la que marca el pulso de la isla. “Un barco por mes trae todo: combustible, alimentos, hasta ropa. Si se atrasa, como ahora, la gente queda sin recursos básicos”, se lamentó “Topo”.

En sus recorridos por la ciudad, el joven experimentó cómo la comunidad lava la ropa en un fuentón colectivo y cómo cocinan con cangrejos recogidos en el poblado.

En cuanto a la electricidad, explicó: “Durante el día no hay. Corta a las siete de la mañana y vuelve a las seis de la tarde. Funciona un generador a gasoil que consume 80.000 litros por mes, enviados como subsidio desde Malabo”.

El influencer argentino junto a niños annoboneses, cuyo entretenimiento radica a juntar cangrejos y jugar al fútbol

En su contacto directo con los annoboneses, “Topo” se animó a preguntarles “cómo estaban” y el común denominador de las respuestas era “mal”. Ese antecedente fue el que alimentó rumores de anexión argentina, aunque fue desmentido por los locales: “No quieren ser argentinos, sino que hay un grupo de Annoboneses independentistas que buscan que Argentina reconozca su independencia de Guinea Ecuatorial”.

Para “Topo”, los siete días que estuvo en Annobón fueron más que suficientes para empaparse en su cultura y sus problemáticas. “En realidad no es un lugar pensado para turistas, apenas está preparado para que viva la población local, y con graves falencias de infraestructura”.

Sin embargo, remarcó que “tienen un hotel de lujo, el cual todavía no ha sido inaugurado, a pesar de que hace dos años que fue terminada su obra y está listo para usarse”.

Lo que más le gustó a “Topo” fueron sus playas paradisíacas despobladas y su pequeño centro, al que describió como “pintoresco, a pesar de que la gran mayoría de sus construcciones se encuentran en un pésimo estado edilicio”. Los únicos edificios que se encuentran en buen estado, según contó, son el aeropuerto, el puerto, la iglesia y los relacionados al poder gubernamental y eclesiástico.

Mientras sus habitantes tratan de sobrevivir y sortear la miseria, ni Argentina ni ningún otro país se hizo eco del pedido de ayuda humanitaria. El único gesto que recibió fue por parte de la ONU, en 2024, que sumó a Annobón como miembro de la Organización de Naciones y Pueblos No Representados.

Quienes quieran conocer más detalles sobre la experiencia de este joven argentino en Annobón y otros lugares del mundo poco conocidos por los turistas, “Un Topo por el Mundo” se presentará el 26 de noviembre en el Paseo La Plaza.