“Mataron por placer”: dos padres condenados a prisión perpetua, 70 quemaduras y una niña de cuatro años con un vestido de fiesta

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Yéssica Contreras tenía 4 años. La autopsia determinó que murió por un golpe en la zona abdominal (El Diario de la República)

Fue el 29 de julio de 1993. Aunque pasaron más de 30 años, el médico forense de San Luis, Ricardo Torres (70), todavía recuerda con nitidez lo que vivió aquella mañana de invierno cuando alrededor de las 7.30 escuchó sonar el timbre de su departamento con cierta insistencia. “Abrí la puerta y había un oficial de policía. Yo no lo conocía. Se presentó como Comisario General de la Policía de Mendoza y, con tono autoritario, me exigió que le entregara el cuerpo de una niña de cuatro años que había llegado sin vida al hospital local”, le cuenta a Infobae.

Torres se negó y fue a la morgue. Allí lo esperaba una imagen que nunca olvidaría: el cadáver de una nena vestida de fiesta, con un moño en la cabeza. “Como era un día de semana, recuerdo que pensé: ‘Qué raro… Tendría que estar vestida para ir a la escuela, no a una fiesta’”. Esa inquietud fue apenas el comienzo: al avanzar con la necropsia, el espanto envolvió al forense. “Encontré quemaduras de cigarrillo, mechones de pelo arrancados y marcas de uñas en las orejas y los pies. Algunos eran de vieja data, otros más recientes”, recuerda. Los resultados de la autopsia fueron contundentes: había sido torturada y asesinada por un golpe en la zona abdominal. También se constataron violaciones anales y vaginales que confirmaban el calvario que Yéssica Noemí Contreras venía soportando desde hacía meses.

Ese mismo día, la justicia ordenó la detención de los responsables: la madre biológica de la niña, María Noemí Contreras, y su pareja, el ex policía federal, Gregorio Fabián Villa, quien horas antes se había presentado en la casa del forense —haciéndose pasar por otra persona— para intentar llevarse el cuerpo y así ocultar el crimen. Durante el allanamiento en la casa familiar, en el barrio Cruz de Piedra, se encontraron cabello escondido bajo la cama y objetos —entre ellos el bastón del agente policial— que reforzaban las sospechas de un abuso sistemático. “Mataron por placer”, aseguró el fallo que los condenó a prisión perpetua. La brutalidad del caso marcó un antes y un después en San Luis.

La niña fue violada y torturada por su madre y su padrastro, un ex agente de la Policía Federal (El Diario de la República)

Torturas, abusos y un golpe mortal

Tras la detención y las indagatorias, la madre y el padrastro de Yéssica fueron trasladados a un penal. Durante el camino, según trascendió, se culpaban uno al otro, intentando deslindar responsabilidades.

El reportero gráfico Javier Carrillo (57) llevaba relativamente poco tiempo trabajando en El Diario de la República de San Luis. Según cuenta, venía de cubrir eventos sociales y nunca imaginó enfrentarse a un caso de tal magnitud. Él fue uno de los primeros en retratar al ex policía antes de su traslado a la cárcel. “Pensé que iba a encontrar a un hombre avergonzado y cabizbajo, pero no fue así. Estaba sentado en una banqueta y esposado. Cuando levanté la cámara, me miró a los ojos con una calma terrible y sonrió. Esa sonrisa la tengo grabada hasta el día de hoy. Pocas veces estamos frente a la maldad pura. Ese día la conocí”, recuerda ahora, en charla con Infobae.

El informe pormenorizado que el forense presentó ante la justicia fue clave para sostener la acusación. “La mataron de un golpe: el impacto del puño le produjo una perforación del duodeno. Era muy visible que había sido torturada”, sostiene Torres. Entre sus hallazgos, el médico constató dilatación anal, desgarros en la zona esfinteriana y en la zona vaginal, pies totalmente lesionados —“no sé cómo hacía para calzarse”— y 70 quemaduras de cigarrillo distribuidas en el cuerpo. “Los estudios toxicológicos indicaron que había ingerido unos gramos de alcohol”, agrega.

Durante el juicio, que se llevó adelante dos años después, Torres tuvo que volver a detallar lo que había visto en la morgue aquel 29 de julio. “Me quebré en varios momentos”, asegura.

De acuerdo con el forense, en el debate oral se escucharon relatos espeluznantes. “La gente se ponía de pie e insultaba a la madre y al padrastro”, recuerda. El tribunal habló de un homicidio cometido “por placer”, una figura pocas veces aplicada en el país. “Yo fui el primero que dije que usaban a la niña como un objeto y que les producía placer este tipo de cosas”, sostiene el forense.

Por entonces, Torres tenía 40 años y apenas cinco de experiencia en medicina legal. Aquella experiencia lo marcó al punto de que necesitó tratamiento psicológico para sobrellevar lo vivido. “Me preguntaba qué había hecho de malo aquella nena inocente para que se la lastimara de esa forma. Es un caso que jamás pude olvidar”, confiesa.

Gregorio Fabián Villa, el padrastro de Yéssica, era policía federal (El Diario de la República)En 1995 la madre biológica de la niña y su pareja fueron condenados a la pena de reclusión perpetua.

La excarcelación y la indignación popular

Según contó el diario Clarín, mientras se realizó la investigación se barajó la posibilidad de que los acusados padecieran algún tipo de alteración mental. Sin embargo, las pericias psicológicas concluyeron que ambos “actuaron con pleno conocimiento de los hechos aberrantes y alevosos que cometían”.

En el juicio, la defensora oficial intentó convencer al tribunal de que María Noemí Contreras había sido también víctima de su pareja y pidió la absolución o una pena menor. El abogado de Villa, por su parte, sostuvo que no estaba probada la participación directa de su defendido. Ninguno de esos planteos prosperó: el proceso demostró que el ex agente de la Policía Federal era un hombre violento que castigaba tanto a Contreras como a la niña y que ella aceptaba esas agresiones sin hacer nada para detenerlas.

Si bien los dos fueron condenados a prisión perpetua, se los benefició con una reducción de pena y, en 2012, recuperaron la libertad. “En el penal les permitieron contraer matrimonio y mantener visitas íntimas. Ella quedó embarazada y tuvieron un hijo que quedó bajo la tenencia de la abuela materna”, cuenta Torres. Otra versión sostiene que durante esas visitas íntimas, Villa habría abusado de Contreras.

La noticia de su excarcelación reavivó la furia popular. La casa de Cruz de Piedra, que en los años posteriores al crimen se había transformado en un santuario improvisado —con velas e imágenes en memoria de Yéssica—, fue incendiada por los vecinos cuando los condenados intentaron regresar. Después de aquel episodio, su rastro se perdió.

Ricardo Torres durante sus años como forense (Gentileza del entrevistado)“El de Yéssica Contreras es un caso que jamás pude olvidar”, confiesa el forense Ricardo Torres (Gentileza del entrevistado)

—“En el juicio se escucharon relatos espeluznantes”, dijo usted. ¿Algo que aún recuerde?

—Se mencionó, por ejemplo, que en pleno invierno, con 12 grados bajo cero, cuando la niña perdía el conocimiento durante las vejaciones, la sacaban de la cama y la rociaban con agua fría para reanimarla. Otro dato: Yéssica había dejado de ir a la escuela o lo hacía de manera esporádica. Esa fue una de las cosas que planteé en el debate oral: cómo las maestras no se daban cuenta de que esta nena estaba sufriendo un terrible maltrato por parte de los padres. Sus lesiones no eran producto de un juego ni de una caída. Eran signos claros de violencia reiterada.

—Usted contó que necesitó tratamiento psicológico después de este caso. ¿Costó seguir trabajando después de esta experiencia?

Fue muy difícil volver a ver un niño en este estado, pero tuve entre 25 y 30 más. Había que seguir trabajando. En paralelo, la difusión del caso hizo que me convocaran de distintos lugares, incluso de Latinoamérica, para disertar sobre maltrato infantil seguido de muerte. En Ecuador y en Cuba me pasó que la gente se levantaba y se iba porque no soportaba escuchar ni ver este tipo de escenas.

—¿Cómo es su vida hoy, tres décadas después del caso?

—Estoy jubilado, pero sigo trabajando en el sector privado como médico clínico en mi propio consultorio. También me desempeño como perito de parte en causas de homicidios, de mala praxis y en medicina laboral.