Miriam Grossman: “He visto contenidos de Educación Sexual de muchos países; los de Argentina son los peores”

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“Conozco los contenidos de Educación Sexual de varios estados de los EEUU, de Canadá, Gales, Australia, Nueva Zelanda, Colombia; también el material que se promueve en muchos países a través de la ONU. Y el de Argentina es uno de los peores que he visto”, dijo la autora de “You’re teaching my child What?” (¡¿Qué le están enseñando a mi hijo?!), recién traducido y publicado en nuestro país).

La reconocida psiquiatra estadounidense Miriam Grossman vino a la Argentina invitada por la asociación Padres Unidos (contra la ideología de género en la escuela) y por Citizen Go, que previamente le habían enviado los libros y manuales que se distribuyen en varias provincias argentinas para el dictado de Educación Sexual Integral (ESI) a fin de que los analizara. Grossman dio una conferencia en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, de la que la anfitriona fue la legisladora Marina Kienast, y presentó en la UCA la flamante edición por Hormesis de su libro en castellano. También participó de varias reuniones con autoridades y profesionales vinculados a niñez y adolescencia, en particular de un desayuno al que asistieron funcionarios nacionales, senadores y diputados de diferentes sectores políticos, psicólogos, docentes, integrantes de la Sociedad Argentina de Pediatría e investigadores.

La traducción del libro en el cual Miriam Grossman analiza la ideología que sustenta los contenidos de la ESI

Miriam Grossman es muy conocida en su país y en el mundo por su prédica contra la ideología de género y la doctrina queer, por estar basadas en creencias y no en ciencia.

Desde el año 2008 se dedica a exponer los peligros de los contenidos de ESI -detectados en la atención a sus pacientes- y en julio de 2023 publicó Lost in Trans Nation. A Child Psychiatrist’s Guide Out of the Madness (“Perdidos en la Nación Trans. Guía de una psiquiatra infantil para salir de la locura”, Amazon), como resultado de su experiencia en el tratamiento de jóvenes con angustia respecto de su sexo.

También ha testificado en el Congreso de los EEUU en relación a estas temáticas y ha dado conferencias en diversas instituciones, incluyendo la Cámara de los Lores y las Naciones Unidas. Grossman participó, entre otros, del documental “¿Qué es una mujer?”

Lo que sigue es una síntesis de los conceptos que dejó en sus días en Buenos Aires.

Lo primero que dejó en claro es que los objetivos de la ESI no son los que proclaman sus promotores -prevención de abusos y cuidado del cuerpo y la salud-: “El fundamento no es la salud sino la libertad sexual a toda edad”, aseguró.

Esto se traduce en un incremento alarmante de casos de enfermedades de transmisión sexual y de abortos entre adolescentes. También de depresión y otros trastornos, como lo fue constatando ella en sus años de atención a menores en consultorio.

Miriam Grossman y el libro que escribió, alarmada por el crecimiento exponencial de casos de disforia de género en adolescentes

“Los fundamentos de la sexualidad moderna son que toda restricción sexual es mala”, dijo y en consecuencia se debe “luchar contra todos los tabúes”. También se parte del concepto de que “los chicos son sexuales, tienen pensamientos sexuales y cometen actos sexuales”.

“De allí viene la idea de que la ESI debe arrancar a muy temprana edad”, explicó. Al respecto, citó la frase del educador Haim G. Ginott: “Los niños son como el cemento fresco, todo lo que cae sobre ellos deja huella”. Un principio que debería inspirar prudencia y adecuación de los contenidos a las edades, pero el enfoque que actualmente se les da a estos temas pasa por encima de toda precaución.

“La ESI celebra la actividad sexual a edad temprana -afirma Grossman-. Por eso tenemos una explosión de enfermedades sexuales. El comportamiento sexual temprano está relacionado con la depresión adolescente”.

No es sólo el físico el que se está desarrollando, lo mismo pasa con el cerebro, que madura hasta los 25 años. “El cerebro de un adolescente tiene un córtex prefrontal inmaduro. Que es la parte que toma buenas decisiones, que piensa las consecuencias de los actos”, detalló.

“Es difícil para los jóvenes, todavía inmaduros, tener sexo casual sin involucrarse emocionalmente”, dijo. En ¡¿Qué le están enseñando a mi hijo?!, escribió que “las imágenes por resonancia magnética muestran que, en momentos de alta carga emocional, los cerebros adolescentes se guían por las emociones instintivas, no por la razón”. Y concluye: “No es la ignorancia la que está causando todos esos embarazos e infecciones; es el cableado cerebral aún incompleto”.

“Padres -advertía entonces- si creen que los objetivos de la educación sexual son prevenir el embarazo y las enfermedades, los están engañando. Deben entender que estos planes de estudio están basados en una ideología que probablemente ustedes no comparten. Esta ideología valora, por encima de todo -de la salud, la ciencia o la autoridad de los padres- la libertad sexual”.

Fue por lo que vio en su consultorio que Grossman se puso a analizar los contenidos de los libros de ESI en los que halló evidencia de sexualización infantil (“exponer a niños y adolescentes a imágenes sexuales y enseñar conductas que no son apropiadas para su edad”) y de grooming (“reclutar al alumno para un sistema de pensamiento opuesto a las creencias de su familia”).

De hecho, en base a esa evidencia Padres Unidos promueve una campaña para que las familias rechacen el dictado de esos contenidos a sus hijos y quiere impulsar acciones legales y demandas colectivas.

La exposición a imágenes inadecuadas va insensibilizando al niño poco a poco, explicó. Se lo confunde acerca de su imagen corporal y se promueve un comportamiento sexual prematuro. Desde muy temprana edad, se les habla de la posibilidad de disfrutar del propio cuerpo a solas y con otros. “A los niños de jardín de infantes no se les debe hablar de placer, que es un concepto adulto”, dijo Grossman.

Juegos

En la charla en la Legislatura, organizada por Padres Unidos y Citizen Go, y de la que fue anfitriona la legisladora Marina Kienast, Miriam Grossman proyectó imágenes tomadas de los libros de ESI que se distribuyen en varias provincias y en particular en las escuelas de la provincia de Buenos Aires.

A los docentes se les dice que no deben vincular “la genitalidad al género de forma única y lineal, o sea: no se puede relacionar nene=pene y nena=vulva; tienen que enseñar que una persona con pene no es necesariamente un varón”, señaló. “O sea, introducir ideología de género a los 5 años. Se les enseña que, cuando nacieron, tal vez los adultos se equivocaron al ‘asignarles’ un sexo. ¿Una niña se siente niña? No, lo aprendió”, agregó.

Otro juego

Mostró imágenes del juego de cartas NOS, destinadas a introducir temas y preocupaciones que con frecuencia no están en la mente de los chicos de 9 años a los que van dirigidas. En ellas se ve a un niño con un adulto en la bañera (“¿quién es el señor de la bañera?”), a dos varoncitos besándose en la boca (“no lo hacen a esa edad”, dijo), etc.

En otro juego propuesto para chicos de 10 a 14 años [N. de la R: forma parte de los materiales del plan ENIA, destinado a prevenir el embarazo adolescente], se dan consignas como “Dibujar un pene erecto tamaño natural”, o para chicos de 15, explicaciones acerca de qué son los lubricantes y para qué sirven.

Más materiales destinados a chicos desde 10 años. Se les pide dibujar

También mostró imágenes de un librito que permite a niños desde 5 años “armar” su propio cuerpo a piacere, para naturalizar la idea de la transición sexual. Un juego de niños, al parecer, según los promotores de la ESI.

“Imágenes como éstas normalizan el estar separado del propio cuerpo, que se puede tener el cerebro de un sexo y cuerpo del otro. La lección es que pueden tener un cuerpo como quieran”, dijo Grossman.

Imágenes que proyecto Miriam Grossman durante su conferencia, tomadas de libros de escuelas bonaerenses:

Los destinados a preadolescentes y adolescentes no son menos perturbadores: mujeres con pene, varones con vulva, otros con ambas cosas…

Ilustración de uno de los libros distribuidos a las escuelas bonaerenses

La doctora Grossman fue categórica: “Todos los mamíferos son masculinos o femeninos. Hay diferentes formas de ser mujer y de ser varón. Hay niñas más ‘masculinas’ y varones más ‘femeninos’. No están en un cuerpo equivocado. Es un tema de personalidad”.

Actualmente, a esos menores se los incita a la transición de género y a procedimientos que no son reversibles ni inocuos.

“Hay personas con angustia respecto de su sexo; se trata de un desorden psicológico”, afirmó. Pero “los niños están siendo adoctrinados en ideología de género: les dicen que la percepción es más importante que la realidad”.

Miriam Grossman junto a Grace Spinelli (Padres Unidos), la legisladora Marina Kienast y Luján Trerótola (Citizen Go) en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires

“Pero la realidad fundada en la biología es que el sexo es binario”, aseguró. “La meta de la ESI es hacernos cambiar la forma de pensar sobre el sexo. ¿Crees que alcanza con ver los genitales para determinar el sexo?, preguntan, por ejemplo, y afirman que la lista de autopercepciones es infinita y que existen tantos cuerpos como identidades”.

“No les hacemos un favor a los adolescentes al decirles que la genitalidad no cuenta -advirtió-. Se los pone en camino de extirparse órganos sexuales sanos, de esterilizarse”.

Llegan al extremo de decir que “no hay órganos sexuales masculinos o femeninos, que los cuerpos no tienen género, que lo que cuenta es la identidad”.

Los libros de ESI para escuelas bonaerenses

Siguió proyectando imágenes tomadas de los libros de ESI locales -(“Perdón por mostrar esto, pero esto es lo que ven sus hijos”, dijo) como la imagen de dos adultos desnudos en un vestuario, destinada, señaló, a normalizar situaciones que no lo son. “Se les dice a las niñas que borren las banderas rojas, se les enseña a reprimir el reflejo de alerta ante una presencia extraña, adulta, masculina”.

Hizo una pausa y, mirando al público, declaró: “Estoy dispuesta a ir a la cárcel para que mi nieto no vea esto”.

“En los años 80 y 90 los padres se preocupaban porque sus hijos estaban teniendo sexo y consumiendo drogas. Esos eran días buenos -dijo Grossman, no sin ironía-. Ahora no pueden dormir porque sus hijos son víctimas de una psicosis colectiva: creen que mujer y varón son conceptos inventados por hombres blancos heterosexuales. Creen que sus mentes y cuerpos no coinciden y que con fármacos y operaciones los pueden cambiar y ser felices. ¿Cómo traigo a mi hijo de nuevo a la realidad? era su dilema. Por eso escribí Lost in Trans Nation”.

Miriam Grossman con integrantes de Citizen Go y Padres Unidos. De izq a der: Ignacio Patrito, Luján Trerotola, Florencia Ibarra, Graciela Spinelli, Analía Figueroa, Lucila Grisetti, Mariano Salomón

También señaló que esta “cruzada de ideas falsas y peligrosas” ha sido “muy exitosa”, en buena medida porque “instituciones en las que confiamos priorizan las ideas y la política por encima de verdades biológicas básicas”.

En referencia a la “explosión de transgenerismo” que se vive en los últimos años, contó el caso de una joven de 15 años, Ema, que se hacía llamar Oliver, convencida de que era un varón atrapado en un cuerpo de mujer y cuyo padre le pidió a ella que interviniera.

Grossman le dijo a Ema que, “aunque su malestar -su angustia respecto a su sexo- era real, la causa era psicológica”.

“Por decir eso a mis pacientes me acusaron de estar haciendo terapias de conversión. Fui investigada por decirle a Emma que ella nunca será un varón”, contó.

Las insólitas preguntas de materiales de ESI (plan ENIA) para pre-adolescentes

“En 2008 -dijo Grossman- vi cómo Planned Parenthood les decía a los alumnos que el sexo está entre las piernas y el género entre las orejas. Vi decirles que es normal que no coincidan, y que lo que cuenta es el género. Masculino y femenino son creaciones arbitrarias. La idea de la humanidad binaria es falsa y opresiva. El género es un espectro y se puede cambiar. Los varoncitos no serán necesariamente hombres en la adultez”.

“La verdad es que el sexo es binario desde la concepción misma. La nueva vida es femenina o masculina para siempre”, sostuvo. Pero se enseñan estas ideas falsas como verdades, como certezas, agregó, y aseguró que se trata de “una receta para problemas físicos y emocionales” que hoy son evidentes, en referencia al incremento exponencial de casos de adolescentes -mayoritariamente mujeres- que sufren de disforia de género. “No me da placer decir que estaba en lo cierto”.

En el Palacio Legislativo. De izq a der: Dan Nuesch (que ofició de intérprete), Ignacio Patrito, Alejandro Litmanovich, Miriam Grossman, Luján Trerotola (Citizen Go), Graciela Spinelli (Padres Unidos), y los editores del libro de Grossman en la Argentina: Nicolás Ponsiglione y Javier Quiroga

“Las falsedades que vi en la educación fueron endosadas por mis colegas psiquiatras”, dijo, en lo que constituye una de las razones de la extensión de este fenómeno. Al respecto, evocó el término groupthink (pensamiento de grupo), del psicólogo Irving Janis -inspirado a su vez en el “1984” de George Orwell-, que alude al mecanismo por el cual los integrantes de un grupo -de toda una sociedad en ocasiones- adaptan su opinión a la del conjunto, aceptando incluso proposiciones irracionales.

Esto está pasando con la ideología de género. “Las autoridades silencian los debates -dijo Grossman-. Organizaciones como la Sociedad de Endocrinología, la Academia Americana de Pediatría, y la de Psiquiatría, abandonaron la atención basada en evidencia que es la base práctica de la medicina”.

Estas asociaciones permiten que en nombre del conjunto de sus integrantes se difundan ideas erróneas y no admiten debates ni responden a las críticas.

No es muy distinto de lo que sucede aquí, donde la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) expresó su “profunda preocupación”, por el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 62/2025, de febrero pasado, que prohibió los tratamientos hormonales y las cirugías de cambio de sexo en menores de 18 años. La SAP invocó la “autonomía progresiva” del menor, llamó “avance” a la Ley de Identidad de Género y reiteró toda la doctrina que justifica estos tratamientos, es decir que no aplicarlos “aumenta la prevalencia de depresión, ansiedad e intentos de suicidio”. Está claro que los 20 mil pediatras que integran la SAP no fueron consultados para esta toma de posición.

UNICEF, entre las organizaciones que promueven el transgenerismo en menores

El DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría), en su 5a edición, cambió el término “desorden de género”, por el de “disforia de género”. Es decir, dejó de ser un trastorno psiquiátrico para ser un “malestar”, una “disconformidad”. Ahora bien, explicó Miriam Grossman, este cambio no fue resultado de nueva evidencia científica, sino de la presión de un lobby. Y no fue excluido del todo del DSM para que no perdiera la cobertura de los seguros médicos. O sea, un criterio financiero y no médico.

“La psiquiatría siempre consideró que era un desorden de identidad”, dijo Grossman. Y aclaró que esto no tiene nada que ver con la orientación sexual: “Los gays o lesbianas son personas que están en paz con sus cuerpos”.

“Pero hacia los años 2000, la idea de que lo masculino y lo femenino están en la cabeza se volvió movimiento social. Los activistas decidieron que había que normalizar y que llamarlo ‘desorden’ equivalía a estigmatizar”, dijo.

“No se pueden tomar decisiones médicas por compasión. Fue una capitulación ante fuerzas políticas y culturales y así se montaba el escenario para que las Emas dijesen ‘soy varón’ -siguió diciendo-. Los pacientes confían en la medicina, asumen que hubo un debate serio para tomar estas decisiones y la mayoría de los médicos piensan eso”.

Pero en realidad los métodos aplicados a estos casos (el gender affirmative care, que equivale a seguir la autopercepción del menor) parten de la base de que “Emma sabe bien quién es y qué tratamiento necesita sin importar su edad ni su estado mental”.

“Aseguran que esto está basado en evidencia. ¿pero cuál es la evidencia para interrumpir el desarrollo normal de un niño? -preguntó-. Cuando los profesionales dicen que esto está respaldado por décadas de estudios y experiencia, están mintiendo”.

Los riesgos de estos tratamientos superan los beneficios. Pero los médicos no pueden expresar su discrepancia. “Las cirugías llamadas de reasignación hacen falsas vaginas y falsos penes. El próximo paso será nada, eunucos, y dirán que eso es normal”, predijo.

Miriam Grossman en el documental

“Los adolescentes son alentados a esto, se los llama valientes, héroes, se los incita a la transición. Al comienzo se sienten bien pero luego de un tiempo el malestar vuelve porque su origen es otro”, señaló.

“Esto es una guerra contra la humanidad -agregó-. Buscan generar una infertilidad que requerirá de fecundación asistida, de tecnologías de reproducción muy sofisticadas. Esto es tan grande y oscuro que no es normal. ¿Castrar menores?”

Finalmente, llamó a enfrentar esto: “En el mundo hay luz y oscuridad. Si enciendes una pequeña llama traes luz en esta oscuridad”.

A los padres los alentó a ser combativos, a tener coraje, a no tener miedo, a estar convencidos: “Tenemos que expresar la verdad, la realidad, la moral. Nuestros hijos esperan eso de nosotros. Esta es una guerra espiritual y por eso quiero dejarles una frase de Proverbios 12:19 que dice que la verdad permanecerá para siempre, pero la mentira solo por un momento. Las mentiras van a caer; está en nosotros hacer que esto suceda antes. Espero con ansias escuchar pronto buenas noticias de ustedes”.

Al concluir la conferencia en la Legislatura, integrantes de Padres Unidos subieron al escenario con sus hijos para homenajear a Miriam Grossman