“No sé si respiraba, estaba blanco”: los vecinos reconstruyeron el crimen en el juicio por Bastián

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Fue una mañana cruda en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Avellaneda, donde un jurado juzga al policía Juan Alberto García Tonzo (31) por haber matado a Bastián Escalante (10) al repeler a los tiros la fuga de los sospechosos que habían intentado robarle.

Incluso, Alejandro, el papá de la víctima, que siempre se muestra sereno, lloró al escuchar cómo los testigos reconstruyeron lo que sucedió la noche del 10 de julio de 2024 en que mataron al nene y cómo describieron la forma en que cuidaron la escena del crimen: precintaron la zona y marcaron con tiza las vainas servidas y los impactos de bala en la pared.

Los distintos videos de las cámaras de seguridad de los vecinos y comerciantes de la zona -que filmaron todo lo que ocurrió– le pusieron imágenes a un hecho que hasta el momento solo conocían los jurados por relatos.

Así, Francisco Canosa (56), que vive frente a la escuela técnica a la que esa noche el acusado del crimen de Bastián fue a buscar a su hijastro, narró que paseaba a los perros cuando lo vio llegar en su moto al imputado y a los presuntos sospechosos que quisieron robarle.

Bastián junto a su mamá, Johana

“Eran dos motos con dos personas en cada moto, una se tiró hacia el cordón del colegio, bajó un muchacho y le dijo: ‘entregame la moto o te mato’“, contó Canosa.

Y recordó: “Cuando se identificó como ‘policía’, dio un paso para atrás y sacó el arma, y ahí empezaron a correr (los sospechosos). Entonces, (el acusado) se agachó en la vereda del colegio, al lado de un palo de luz, y disparó”. Luego, comentó que escuchó como 12 detonaciones y añadió que García Tonzo cruzó la calle para seguir disparando.

No supo si hubo otro tirador porque hizo cuerpo a tierra por temor, tampoco si estaban armados los sospechosos, pero sí alegó que uno hizo un ademán como para sacar algo del bolsillo. Recordó que, durante las detonaciones, escuchó como “dos sonidos” diferentes, aunque no pudo precisar si fueron dos armas, pese a que es portador legítimo y va al polígono del tiro.

Y narró que García Tonzo, después de pedir en la escuela que llamen al 911, se comunicó con alguien y le dijo “que no podía retirar al hijo del colegio porque había tenido un intento de robo y esperaba la Policía”. Además, destacó que de pronto el lugar se llenó de vecinos.

Uno de esos vecinos fue Luciano Pérez, quien era por ese entonces el presidente de la Sociedad de Fomento del barrio La Carne, en donde la víctima jugaba al fútbol. De allí salía el nene junto a su mamá, y en bicicleta, cuando lo mataron.

Para el momento en que Pérez llegó al lugar, luego de que le avisaran por teléfono lo sucedido; la calle en donde había disparado a mansalva García Tonzo mientras los sospechosos huían estaba llena de gente. Ya se habían llevado a Bastián y sólo había un patrullero en el lugar.

“Uno de los policías se quiso llevar la moto de los delincuentes que quedó abandonada y no lo dejamos, nos opusimos», comentó el presidente de la sociedad de fomento.

Los papás de Bastián este martes en los tribunales de Avellaneda (Maximiliano Luna)

También explicó por qué cerraron las calles con sogas para que no pasen los autos, y cómo con tizas marcaron en los pisos y en las casas las balas y la sangre, y donde estaban las vainas.

“Cerramos las entre calles porque pasaban autos. Con un profe del club nos quedamos hasta las cuatro de la madrugada marcando vainas y cada agujero de disparo sobre las paredes de las casas. Eran más de 20 seguro», afirmó Pérez y enfatizó: “Creí que era lo mejor. Había mucha gente, parecía una escena muy contaminada, muchos vecinos, gente del club y no vi que la Policía corriera a la gente y tomara la responsabilidad de hacer eso”.

Las lágrimas del papá

Ese profe con el que Pérez cuidó la escena del hecho fue Martín Coelho, un papá de 42 años que suele dar fútbol en la sociedad de fomento a la que iba Bastián a hacer deportes. Esa noche estaba en el club. En la esquina de allí quedaron tendidos el nene agonizante y su mamá, que a los gritos pedía auxilio.

Decían que le habían pegado un tiro a Bastián, la gente entraba y salía, y vimos mucha gente en la esquina. Ahí estaba la mamá abrazando a Bastián, que estaba tirado en el piso”, fue el tramo más duro de su testimonio.

Sentado entre el público, acompañado de familiares, Alejandro se quebró en silencio y con la mano se secaba las lágrimas. Coelho, que conocía al nene y a su mamá de verlos siempre en el club, continuó con su testimonio: “La mamá gritaba y lloraba, y lo primero que atinamos a hacer fue ayudar. Bastián estaba boca arriba, y tratando de reanimarlo, estaba blanco, no sabíamos qué hacer».

Alejandro se volvió a secar las lágrimas durante esta parte del relato. Mientras tanto, Coelho recordaba que lo subieron a la caja del patrullero, que no le vio una lesión. “No sé si respiraba, estaba blanco, no tenía signos de que estaba bien. Y cuando lo levantamos se le cayó algo del cuerpo que lo dejamos marcado: sangre y como un plomo, la parte una bala”.

Luego, el testigo describió cómo fue que pasó por el lugar un móvil policial que llevaba a uno de los presuntos ladrones que lo habían apresado hacía unos minutos a unas cuadras de allí: “Pasó el patrullero diciendo que tenían a uno de los cacos, y se fueron con él. (García Tonzo) en la moto se fue detrás de ellos. Dijo: ‘Yo soy policía, yo tiré“.

Después del dramático relato de Coelho, sobre todo para los familiares, fue el turno de un kiosquero, Arnaldo Ferraro, que tiene su casa en la misma propiedad. Queda en la esquina que da al frente de dónde Bastián cayó malherido. Sus cámaras de seguridad filmaron todo y, las que tiene en el interior, grabaron los sonidos. Pasaron los videos: se escucharon 11 disparos, pero no los gritos de la mamá de Bastián porque defensa se opuso y se le dio lugar para no influenciar a los jurados.

Ferraro recordó: “Me encontré con una madre que agarraba al nene y pedía auxilio, gritando y llorando porque veía a su hijo que estaba herido”.

-¿Qué le contaron de lo que pasó?

No me lo contaron, lo vi yo. (Por las cámaras)