Tras la falta de nieve durante el invierno, hay alerta en Mendoza por una bajante en el caudal de agua de los ríos

0
14

La escasez de nieve y la sequía meteorológica condicionan la disponibilidad de agua en los principales ríos mendocinos (Departamento General de Irrigación)

El Pronóstico de Escurrimientos presentado por el Departamento General de Irrigación este miércoles dejó claro el panorama para la provincia de Mendoza para la temporada de verano 2025-2026: el agua que correrá por los principales ríos será considerablemente menor en comparación con años considerados normales.

Esta situación surge tras un invierno con una cantidad de nieve reducida y una sequía meteorológica que se extendió por toda la región, situación que condicionó las previsiones y obliga a que los usuarios adopten prácticas de uso eficiente y sumo cuidado frente a la disponibilidad limitada de recursos hídricos.

El relevamiento anual -que abarca desde octubre hasta septiembre próximo- se elabora en base a estudios de la Dirección de Gestión Hídrica y constituye la herramienta central para trazar la planificación de los embalses, definida por el suministro de agua destinado a riego, consumo, actividades industriales y generación energética.

Al margen del impulso a estas políticas, el pronóstico advierte que la escasez será una constante en el ciclo agrícola 2025-2026 y que, en algunos ríos, el volumen estimado de escurrimientos apenas alcanzará entre el 58% y el 73% de un año considerado promedio. Eso quiere decir que se espera un año de fuerte sequía en la provincia mendocina.

En palabras del superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli, el diagnóstico expuesto va en la misma línea que los registros acumulados durante los últimos años. “El río Mendoza está en los 1.300 hectómetros cúbicos (hm³) de un año medio, estamos en 835 hm³, esto hace que de los años malos que tuvimos, recordarán que tuvimos entre 10 y 12 años, según el río, de sequía; de escasez extrema. Bueno, este sería el penúltimo año, no el más malo, sino el que le sigue hacia arriba, con muy poca cantidad de agua”, remarcó durante la presentación.

El río Mendoza tendrá solo el 61% de su caudal medio, mientras que el río Grande caerá al 58% (Departamento General de Irrigación)

El río Mendoza, uno de los cursos de agua clave para la provincia, afronta una situación de sequía hidrológica moderada. Para la temporada anterior, 2024-2025, el escurrimiento registrado fue de 1.370 hm³, mientras que para la temporada venidera el derrame esperado apenas alcanza los 845 hm³, equivalente al 61% de un año medio, según la medición oficial en el aforo Guido.

Este descenso responde de manera directa a la falta de nieve acumulada en la cordillera durante el último invierno, fenómeno que, a su vez, es atribuido al cambio climático y la reducción sostenida de reservas glaciares.

En el caso del río Tunuyán y los arroyos asociados, el pronóstico señala también un escenario de sequía hidrológica moderada. Para la temporada anterior se relevaron 1.083 hm³ y en el ciclo 2025-2026 se calcula que los escurrimientos rondarán los 535 hm³, apenas el 63% del promedio histórico en la zona del aforo de Valle de Uco.

Esta disminución obliga a fortalecer aún más las estrategias de uso racional y a intensificar el control sobre las demandas, especialmente en momentos de mayor exigencia durante el verano.

Para el río Diamante, el informe indica una baja significativa: de los 841 hm³ de la temporada pasada se pasará a 605 hm³, una cifra que indica apenas el 62% del caudal considerado normal en la sección de aforos La Jaula. La preocupación se extiende al río Atuel, en el que, si bien la caracterización es de escasez más que de sequía moderada, el derrame caerá de 1.006 a 795 hm³, lo que representa el 73% del promedio en la sección La Angostura.

El río Malargüe, otro de los cursos con registro bajo, verá reducidos sus índices: de los 310 hm³ proyectados para 2024-2025 se pasará a solo 180 hm³ en el nuevo ciclo, es decir, solo el 60% del volumen de un año promedio, con el punto de referencia en el aforo La Barda.

En tanto, el río Grande —el mayor de la provincia— enfrentará una merma marcada: se estima un descenso de 2.744 a 1.825 hm³, lo que equivale al 58% del caudal medio, según se midió en La Gotera.

A la hora de analizar las causas de esta drástica reducción, la referencia central es la escasez de nevadas en la cordillera mendocina, que impacta de forma directa sobre los escurrimientos durante el ciclo estival. El superintendente Marinelli calificó la problemática como parte de una “nueva normalidad”, reforzando la noción de que los episodios de escasez, antes excepcionales, se han vuelto recurrentes y condicionan cualquier proyección agrícola, energética y de abastecimiento urbano.

Venimos de hace 8 años hablando de que hay que trabajar sobre la demanda, que hay que planificar, por eso este año presentamos un Plan de Sequía que es una metodología y cada cuenca tomará las medidas que vea que tiene que tomar a través de los representantes de los usuarios que son las Inspecciones de Cauce en conjunto con nuestros subdelegados. Pero con datos, que es lo más importante”, subrayó Marinelli.

El pronóstico advierte que el reducido aporte hídrico previsto incrementará la presión sobre los embalses y la red de distribución, por lo cual se torna indispensable optimizar el uso, reforzar la planificación y evitar cualquier tipo de derroche, desde la producción agroindustrial hasta el consumo domiciliario.

“El problema lo vamos a tener el año que viene. Va a ser un año malo. Este año estamos bien, pero el año que viene no”, dijo el director de Gestión Hídrica, Rubén Villodas, en el medio local Mdz.