Un cambio de era: el atlas que busca guiar a América Latina en la revolución de la IA

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Gustavo Béliz presnetó su libro

¿Estamos frente a la presencia de una inteligencia artificial, del desarrollo, de un retroceso o del turbodesarrollo, la posibilidad de acelerar procesos de cambio positivos? Apostamos a que sea una oportunidad importante”, manifestó Gustavo Béliz frente a un auditorio colmado durante la presentación de su libro Atlas de Inteligencia Artificial para el desarrollo humano de América Latina y el Caribe.

El encuentro tuvo lugar en la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral, sede CABA (Cerrito 1250), en el marco de la Maestría en Políticas Públicas y de la Diplomatura en IA y Gobierno 5.0, que contó con panelistas destacados, que conversaron sobre el libro, los desafíos y amenazas que acarrea la IA, oportunidades y su impacto específico en América Latina. Gustavo Béliz y el panel fueron presentados por Gabriel Astarloa, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral y Celina Cantú, vicedecana de la Facultad de Derecho, directora Académica de Políticas Públicas.

El Atlas, de 500 páginas, es el fruto de dos años de trabajo. Editado por Siglo XXI y que desde ayer se encuentra a la venta, se suma a los 25 libros de su autoría, enfocados especialmente en políticas sociales, integración regional e innovación tecnológica y productiva, entre los que se destacan: “Robotlución: el futuro del trabajo en la integración 4.0 de América Latina”; “Eco-Integración: ideas inspiradas por la Encíclica Laudato Si”; y “Algoritmolandia: inteligencia artificial para una integración predictiva e inclusiva de América Latina”.

Actualmente, el ex funcionario público es miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales del Vaticano; integra el Consejo de Líderes de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDSN); y es miembro del directorio del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales -CARI-. Durante 17 años se desempeñó como funcionario permanente del Banco Interamericano de Desarrollo -BID.

La portada del Atlas de Inteligencia Artificial (Somos Magma)

“Esta obra se propone incorporar un concepto que es el IA Ceno. Conocemos todos el concepto de antropoceno, el efecto que la acción del ser humano provoca sobre la corteza terrestre en términos climáticos, en términos ambientales, meteorológicos. Advertí que la inteligencia artificial está provocando un cambio de era, un subelemento de este antropoceno y que tiene que ver con el calentamiento tecnológico global multidimensional”, introdujo el autor y agregó: “Que no influye solamente sobre la corteza terrestre. Influye sobre todo en nuestras mentes, en nuestros cerebros. Es un calentamiento tecnológico global que impacta sobre nuestras células, sobre nuestra conformación genética y que tiene el riesgo de generar el advenimiento de nuevas especies y, de hecho, estamos conviviendo con una nueva agencia”, explicó a la audiencia, que pudo adquirir el libro en el lugar y llevárselo con una dedicatoria del autor.

Béliz presentó su libro a sala llena (Somos Magma)

“Tenemos una agencia humana típica, tomamos decisiones desde un punto de vista autónomo, personal. Tenemos una agencia híbrida: con este teléfono todo el tiempo estamos tomando decisiones. Influye en nuestras decisiones de comerciar, de sentir, de conectarnos. Y el riesgo que existe es que haya una agencia autónoma digital fuera de nuestra capacidad de control y desalineada de los propósitos para los cuales fue construida. Esa es la famosa superinteligencia, la agencia autónoma que supone un riesgo y una gran oportunidad para la humanidad. El libro explora esto”, señaló.

En su exposición Béliz remarcó que estas advertencias no surgen de su opinión: “Lo menciona Geoffrey Hinton, uno de los creadores de los grandes modelos de lenguaje. A veces pienso que es como si hubieran aterrizado extraterrestres y la gente no se da cuenta porque hablan muy bien inglés”, señaló. Recordó, además, que cuando comenzó a trabajar en el libro aún no existía ChatGPT y que el lanzamiento posterior de los modelos agénticos profundizó el escenario. En ese marco, instó a ver en la IA “una gran oportunidad de transformación” para América Latina. “La idea es que sea una carta de navegación”, dijo sobre el atlas.

Gustavo Béliz junto a los integrantes de un panel que conversaron sobre tópicos del libro (Somos Magma)

Béliz también evocó su trabajo junto al papa Francisco hace más de una década, en el marco de la publicación de Algoritmolandia. “La gobernanza la planteó muy bien el Papa Francisco”, recordó. Explicó que en aquellos seminarios realizados en la Academia Pontificia de Ciencias Sociales impulsaron “principios simples, pero obligatorios, que tengan consecuencias”, que eviten regulaciones excesivamente complejas. Advirtió sobre el “feudalismo normativo” actual en materia de IA, caracterizado por la proliferación de normas sin un criterio unificado: “Habrá dos mil normas globales, pero no hay una común ni un aterrizaje mandatorio, y muchas son contradictorias entre sí”. En ese sentido, recuperó el mensaje del Papa y la posición de organismos internacionales que reclaman un marco global. Recordó que desde el lanzamiento de la bomba atómica en 1945 hasta el primer tratado de no proliferación nuclear transcurrieron 28 años. “No podemos esperar veintiocho años para que ocurra una gran tragedia para tener una normativa mínimamente acordada”, advirtió. El Atlas, afirmó, estudia posibles salidas para ese escenario.

El panel estuvo conformado por Julio Conte Grand, Procurador General ante la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires; Ana Basco, directora de Insight LAC; Enrique Zuleta Puceiro, profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires y Titular de las cátedras de Teoría General del Derecho y de Sociología en la Facultad de Derecho de dicha universidad y vía Zoom, desde Chile, Felipe Larrain, director de CLAPES UC y Miembro del Consejo de Líderes para el Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas. Como moderador, Jorge Vilas Díaz Colodrero, director del flamante Observatorio de IA, Innovación y Gobierno, espacio académico que impulsa, estudia y acompaña la integración responsable y efectiva de la Inteligencia Artificial en la gestión pública de Latinoamérica y el Caribe.

Ana Basco dijo que el libro claramente es un atlas porque presenta, sintetiza, desarrolla este fenómeno tan complejo que es la inteligencia artificial. Y de una manera muy atractiva, con gráficos, texto, imágenes y diferente tipo de herramientas visuales. “Creo que además de un atlas, es un manifiesto. Porque sienta una posición sobre un tema central que es la inteligencia artificial de una forma contundente, de una forma apasionada, porque llama a la acción y es también normativo. Es un libro técnico, político a la vez y tiene una alma filosófica ”, definió.

Julio Conte Grand, por su parte, dijo lo maravilloso que resulta leer este libro porque “tiene aspectos que son claramente didácticos, pedagógicos, educativos, sobre una problemática que hay que encarar en forma inminente”.

Desde Chile, Larrain, dentro de la vasta temática abordada por el Atlas, abordó la eventual pérdida de empleos. “Todavía no hay una evaluación clara sobre qué va a pasar. Pero me atrevo a decir lo siguiente. La inteligencia artificial va a destruir una cantidad importante de empleo. Aunque sea creador neto de empleo, va a destruir muchos empleos. Y esa destrucción de empleo requiere acción y requiere políticas públicas. No podemos dejar esa gente abandonada a su suerte. Se requieren políticas de capacitación, de reconversión laboral, porque si no, vamos a tener una situación social muy complicada”, advirtió.

Por otra parte, Béliz destacó que la programación de estos modelos de lenguaje no tienen que estar únicamente involucrados tecnólogos. “Deben estar filósofos, sociólogos, antropólogos, abogados, una cantidad multidisciplinaria de actores para establecer las reglas del juego”, afirmó.

Gustavo Béliz durante su exposición (Somos Magma)

A su turno, Zuleta Puceiro definió a la IA como un instrumento poderosísimo, que excede a la herramienta. “Es una concepción del mundo, es una inteligencia social que permite pasar a lo que podríamos llamar y muchos filósofos lo llaman la ultramodernidad. La modernidad centrada en la razón, la posmodernidad centrada en la estética y la ultramodernidad centrada en la responsabilidad”.

Tras la presentación de Atlas de Inteligencia Artificial para el desarrollo humano de América Latina y el Caribe, Gustavo Béliz conversó con Infobae sobre los orígenes de este trabajo, los desafíos que plantea la inteligencia artificial para la región y las oportunidades que se abren en un escenario global marcado por transformaciones aceleradas. Estas fueron sus definiciones.

—¿Cuándo comenzó su interés por la inteligencia artificial?

—Vengo trabajando con inteligencia artificial desde hace unos veinte años. Empecé en mi etapa en el BID, cuando me interesé en la prevención de la violencia a través de la predicción de hechos criminales. En ese momento tomé contacto con expertos que trabajaban en lo que podríamos llamar la prehistoria de la IA, orientados al análisis y la evaluación de políticas de prevención. Ahí me vinculé con la dimensión tecnológica y, más adelante, hace más de diez años, trabajé en dos publicaciones pioneras: Robotluxión, sobre el futuro del trabajo en la era tecnológica, y Algoritmolandia, sobre algoritmos e integración regional. También publicamos El gran salto tecnológico, que presentamos con Pepe Mujica en Buenos Aires. Este nuevo trabajo es, en cierto modo, una actualización de esa trayectoria que vengo recorriendo hace tanto tiempo.

—¿Quiénes deberían leer este nuevo libro?

—Los decisores públicos, a quienes deben tomar decisiones regulatorias inteligentes: que no sofocan la innovación, pero tampoco desprotegen a las personas. Hablamos de dirigentes y responsables de políticas que impactan en millones de ciudadanos. El desafío de la inteligencia artificial exige una gobernanza global —algo en lo que trabajamos mucho desde el Vaticano— pero también una mirada “glocal”, que combine lo global y lo local, y que permita aplicar la tecnología para mejorar el tránsito, la producción agropecuaria, la prevención de catástrofes climáticas o los procesos industriales. La IA es una tecnología de propósito general. No hay que caer ni en el tecnoutopismo, que supone que es un clic que resuelve todos los problemas, ni tampoco en un tecnopesimismo que es paralizante y que evita los mejores beneficios que la inteligencia artificial le puede brindar a la humanidad, que son muchos si tiene los adecuados guardarrails. Es como una autopista. La principal autopista que tenemos que construir en la Argentina es una que tenga los adecuados guardarrails para el desarrollo humano y positivo de la inteligencia artificial.

—¿Cuáles son los principales desafíos y oportunidades para la Argentina?

—Las oportunidades son enormes. Podemos proveer energía limpia, renovable y sostenible para la instalación de data centers, pero esa mirada no puede ser únicamente extractivista. Debe incorporar una lógica de win-win: mayor capacidad de cómputo, mejores condiciones para entrenar modelos y un derrame real hacia los sistemas productivos y sociales del país —en la industria, la salud, la educación— reduciendo los costos actuales de desarrollar capacidades tecnológicas. También puede favorecer la formación de científicos argentinos, que ya son excelentes, mediante transferencia tecnológica de las grandes empresas que se instalan en el país. La oportunidad es única, pero no puede limitarse a la energía o a los minerales críticos —que tenemos—: debe apuntar a lo que llamamos un neodesarrollo industrial.