De chofer de colectivo a técnico revelación: la increíble travesía de Manolo González con el Espanyol

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Manolo González pasó de chofer de colectivo a técnico revelación del Espanyol en LaLiga, sorprendiendo al fútbol español (Europa Press)

La trayectoria de Manolo González rompe con los moldes habituales del fútbol profesional. De las madrugadas al volante de un colectivo en Barcelona a comandar la resurrección del Espanyol en LaLiga, su recorrido combina trabajo invisible, decisiones arriesgadas y una irrupción inesperada en la élite.

De Galicia a Barcelona: una infancia marcada por el esfuerzo y el fútbol

Manolo González nació en Folgoso do Courel, una aldea gallega donde lo cotidiano era la adversidad y la rutina del trabajo manual. A los tres años, su familia emigró a Barcelona en busca de nuevas oportunidades. Su madre asumió el mando de un restaurante y él estableció rápidamente sus primeros vínculos con el fútbol en los poteros del barrio. Ya de joven, se hizo notar por su temperamento ultracompetitivo, razón por la que lo apodaron “Stoichkov”.

Sus años como futbolista no trascendieron la Segunda B y el propio González recuerda esa etapa como una escuela de errores que lo definiría más adelante. La autocrítica fue su arma: reconoció que ese ciclo le permitió entender qué valores y hábitos no quería replicar en su etapa de entrenador.

Aquella claridad temprana, nacida tanto de la frustración como del contacto con el fútbol base, se transformó en un capital decisivo al iniciar su derrotero técnico.

Un oficio, dos pasiones: del volante al vestuario

El trayecto de González en el fútbol comenzó siendo adolescente, cuando debutó como entrenador a los 16, pero nunca dejó de lado su trabajo como conductor de colectivo. Las jornadas largas —con salidas a las cinco de la mañana y retornos a casa pasadas las ocho de la noche— marcaron su rutina durante años.

El sueldo estable de la conducción fue el sostén familiar, permitiéndole dedicarse al fútbol sin presiones económicas inmediatas, aunque la falta de tiempo lo obligaba a administrar minuciosamente cada día.

La historia de superación de Manolo González destaca su infancia en Galicia y su llegada a Barcelona, donde forjó su carácter competitivo (REUTERS/Violeta Santos Moura)

Durante este período, González dirigió equipos humildes como Martinenc, Sant Gabriel y más tarde el Badalona. Allí forjó una visión del fútbol marcada por la austeridad, la formación de jugadores y la adaptabilidad a la escasez de recursos.

En 2018, tras décadas de compatibilizar ambas ocupaciones, solicitó una excedencia laboral y decidió apostar a tiempo completo por la dirección técnica, decisión apoyada firmemente por su entorno familiar.

Las categorías menores, lejos de los flashes y los grandes contratos, sirvieron de laboratorio para adquirir experiencia y templar el carácter. Las dificultades para sobrevivir solo del fútbol lo obligaron a focalizarse en la mejora colectiva de sus planteles antes que en los éxitos inmediatos.

De la segunda línea al fenómeno: Badalona, la Copa y el salto inesperado

El giro decisivo en su carrera llegó durante la temporada 2019/2020, cuando el Badalona de González sorprendió al eliminar al Getafe de la Copa del Rey. Aquella victoria inesperada lo puso en el radar de la prensa nacional, pero sería su posterior paso por el Peña Deportiva —con el que alcanzó los playoffs de ascenso— lo que consolidó su perfil de técnico capaz de potenciar grupos por encima de los nombres.

El recorrido profesional de González combina años como conductor de colectivo y entrenador en equipos humildes de Cataluña (EFE/Juanjo Martín)

En 2023, González apostó por el Espanyol B, eligiendo el proyecto deportivo por encima del aspecto económico pese a recibir ofertas superiores de otros clubes de la categoría. El descenso del primer equipo, junto con la salida de dos entrenadores en apenas un año, generó un vacío al frente del banquillo principal que permitió su inesperada irrupción en la elite.

“Llegar a primera fue una lotería. El lugar adecuado en el momento adecuado”, dijo en entrevista con The Guardian. Y la respuesta fue inmediata: una racha invicta de 12 partidos impulsó el ascenso y devolvió al Espanyol a LaLiga.

El impacto de su gestión, según destacó BBC Sport, no solo se midió en resultados, sino en la recuperación del vínculo entre el club y su afición, y en el modo en que González reconstruyó el ánimo de un vestuario golpeado.

Método propio, gestión cotidiana y un salto a la elite

La metodología de González tiene raíces en la autenticidad y la profesionalidad. No modifica su enfoque según la categoría; se apoya en la repetición, la disciplina y la claridad de objetivos. “El fútbol no cambia por la categoría. Hay una jugada de córner que sigue funcionando igual que siempre”, explicó a BBC Sport.

En sus equipos prima el sentido colectivo, por encima de las individualidades.

El ascenso del Espanyol a LaLiga bajo la dirección de González devolvió la ilusión y el sentido de pertenencia a la afición (REUTERS/Juan Medina)

Gestor de recursos limitados en los comienzos y ahora al frente de un cuerpo técnico con mayores herramientas, González no pierde de vista la responsabilidad. Administra la creciente exposición pública manteniéndose fiel a su discurso y rehúye el protagonismo mediático.

La confianza de Alan Pace —propietario del Espanyol y del Burnley— y el acompañamiento del vestuario facilitaron la transición del anonimato a la visibilidad. La evolución de su imagen, que hace no mucho lo ubicaba solo en equipos menores, encuentra explicación en los resultados y en la conexión genuina que logró con el club.

Un inicio de ciclo con presión, memoria y pertenencia

A pesar de los logros y del respaldo alcanzado, González reconoce que los nervios y la adrenalina de cada partido siguen presentes. La presión de la elite nunca desaparece, pero encuentra sentido en el trabajo cotidiano y en el aprendizaje permanente.

Como expresó en The Guardian, la emoción previa al pitazo inicial y la necesidad de resolver cada dificultad mantienen su motivación intacta.

El Espanyol, bajo su conducción, consolidó resultados rápidamente y recuperó un sentido de pertenencia perdido tras el descenso. La historia de González replantea las fronteras del éxito en el fútbol profesional y recuerda que el acceso a la elite también puede depender de la capacidad de adaptación, la reforma de viejos métodos y la solidez ética en la gestión diaria.