“Fue la locura más grande de mi vida”. De esta manera describe José de Lima a la insólita escena que ocurrió en la séptima fecha del Campeonato Misionero de Automovilismo en Pista. En la lucha por el título, el Pistolero demostró grandes cualidades al improvisar repentinamente en medio de la pista del autódromo de Posadas: se le rompió el soporte de la columna de dirección de su FIAT Uno en plena competición, dejando el volante prácticamente suelto y dificultando el control del vehículo. ¿Cuál fue su solución? Manejar más de 10 vueltas con el volante en su mano, que tiene un peso de “aproximadamente 10 kilos”.
En la final de la Clase 1 de la categoría zonal de Misiones, la cual constaba de un total de 14 giros, José de Lima largó en la pole position y, cuando lideraba la carrera y se metía de lleno en la pelea por el título, sufrió un fuerte desperfecto. En diálogo con Infobae, el Pistolero reflexionó sobre la situación y el evidente esfuerzo que tuvo que realizar: “Largamos en la primera posición, veníamos liderando en las tres primeras vueltas y en la segunda se me rompe un soporte del tablero que me sostiene la columna de dirección y el volante se me queda totalmente colgado. Este aproximadamente tiene entre ocho y diez kilos en total”.
En esta misma línea, agregó: “La verdad que físicamente fue un esfuerzo muy grande. Porque sostener diez kilos en la mano… más la adrenalina, la velocidad, intentar ir rápido, la verdad que es todo un complemento. La misma adrenalina, la pasión, el mismo empuje de querer ganar una carrera o de querer pelear en el automovilismo”.

Aunque el hecho de que José de Lima haya finalizado la carrera con el volante prácticamente en el aire no fue lo único que generó repercusiones en las redes sociales. El piloto misionero, en medio de la pista, improvisó una rápida solución para arreglar parcialmente el problema y terminar la carrera, ya que “la intención de abandonar nunca estuvo en la cabeza”.
“Después entra un auto de seguridad en la vuelta ocho y tenemos en la puerta una protección de seguridad que es una red. Agarro en un momento buscando algo, porque ya la verdad que no podía sostener más los brazos. La estiro hasta que logro romper la red y desde ese momento agarro, lo ato a la columna de dirección y le hago un nudo a la parte de la jaula de seguridad -o jaula antivuelco- que tenemos. Desde ahí quedaban cinco vueltas y fue un poquitito más llevadero, pero la verdad que fue agotador”, le comentó a este medio sobre la solución que encontró al atar el volante.
“Fueron prácticamente veinte minutos de sostener una pesa de doce kilos. Todo esto manejando, en algunos lugares del autódromo, a ciento noventa kilómetros por hora, en otro a ciento setenta y tratando de ir fuerte, rápido, frenar, doblar, bajar cambios. La verdad que, analizando todo esto, fue la locura más grande de mi vida”, argumentó.

José de Lima hizo hincapié en la “locura” que realizó en pista, al punto de que aseguró que otros competidores le mandaron mensajes sorprendidos por lo que hizo: “La mayoría de los pilotos quizás abandona. Tuve muchos mensajes de pilotos que me han dicho: ‘Estás demente, ¿cómo no parás?’. Y nunca se me cruzó por la cabeza parar o abandonar por un problema de esos, jamás”.
Esto se explica, según asegura, a partir de la pasión por el automovilismo que tiene el misionero, que viene “de una familia fierrera” y tanto su padre como sus hermanos también son pilotos. “La sensación de estar peleando un campeonato, de estar ganando una carrera y luchar por cosas grandes, te obliga un poquitito a improvisar. Nunca la intención de abandonar estuvo en la cabeza. O sea, era ir con lo que tenía, intentar terminar la carrera, poder sumar la mayor cantidad de puntos. Ese empuje, esa adrenalina, pasión, es de toda la gente que trabaja en un auto de carrera. Te hace correr un poco con el corazón y no con la cabeza”, expresó.
Más allá de que no pudo sostener el liderazgo por los problemas mecánicos que sufrió –y que él mismo expuso en redes sociales con el video que encabeza esta nota–, su actuación en el Autódromo de Misiones representó un hito: el Pistolero finalizó en la quinta ubicación de la carrera. “Estoy ligado al automovilismo desde los cuatro años. Empecé a correr en karting con cinco años, corrí en campeonatos argentinos. Con 15 años empecé con los autos. También tuve un equipo de karting y después volví a incursionar en los autos. Siempre estuve ligado a los fierros”.



