
Los sábados por la tarde eran aburridos. Hacía poco más de una década que la televisión había llegado a la Argentina pero, los fines de semana, había muy poco para ver. “Nada”, diría Pipo Mancera, quien en 1962 convenció al director de Canal 9 de poner al aire el primer programa ómnibus de la historia. Y estuvo dispuesto a hacer el ciclo sin recibir honorarios durante tres meses hasta alcanzar los índices de audiencia requeridos. ¿El resultado? Un éxito. Y así, sin más, se convirtió en el creador de un emblema de la pantalla chica que al día de hoy sigue presente en el imaginario colectivo.
Había nacido el 20 de diciembre de 1930, hace 95 años, en Buenos Aires. Y sus primeros pasos en el medio estuvieron ligados al periodismo cinematográfico, con el ciclo Pantalla Gigante. Tiempo después, condujo el programa musical La Noche. Y, más tarde, fue productor de un film llamado La Calesita. Aunque también probó suerte como actor, formando parte del elenco de la película El Crack y realizando un cameo en Bicho Raro.
Tenía 32 años cuando una idea empezó a darle vueltas por la cabeza. ¿Por qué no hacer un programa que dure toda la tarde? Su intención era poder acompañar a la gente que estaba en su casa. Y brindarles un show en el que pudieran disfrutar de música, humor y diversión. Así fue como surgió Circulares con Mancera. Y el suceso fue tal, que en 1964 lo llamaron para llevar su ciclo a Canal 13 primero y Canal 11 después, con el nombre de Sábados Circulares con Mancera.
Sandro, Lola Flores, Raphael, María Félix, Nélida Lobato, Don Francisco, Pelé, Joan Manuel Serrat, Geraldine Chaplin, Marcello Mastroianni, Sophia Loren, Atahualpa Yupanqui, Sean Connery, Irineo Leguisamo, Lolita Torres, Leonardo Favio, Cacho Fontana, Juan Verdaguer, Ringo Bonavena, Alberto Closas, Gaby, Fofó y Miliki, Alain Delon, Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Tita Merello, Niní Marshall, Rubén Juárez, Aníbal Troilo y Sergio Denis son solo algunas de las incontables figuras que desfilaron por el ciclo durante los casi 13 años, entre el 6 de enero de 1962 y el 11 de noviembre de 1974, que se mantuvo al aire.

Tuvo picos de rating de más de 80 puntos, sin contar que en muchos países de Latinoamérica se retransmitía ya sea en directo o en diferido. En algún momento llegó a durar ocho horas. Y sirvió de plataforma de lanzamiento de muchos artistas, tanto a nivel nacional como internacional. Porque todo lo que pasaba en el mundo de la farándula, pasaba por el programa de Mancera. Como, por ejemplo, cuando en 1967 transmitió en vivo la boda de Palito Ortega, uno de los artistas surgidos de ese semillero, y Evangelina Salazar.
Claro que, como periodista, Mancera también trataba temas comprometidos. En 1976, tras el golpe militar de Jorge Rafael Videla, se vio obligado de exiliarse del país. “Rajá porque sos boleta”, le dijo su amigo José María Muñoz. Y partió con destino a Francia, Italia, Brasil y, finalmente, Estados Unidos. Cuentan que, por aquellos duros años, se vio en la necesidad de recurrir a aquellos a los que tanto había ayudado desde su programa. Pero que la gran mayoría de ellos le dio la espalda.
Mancera se sintió decepcionado. No podía creer que esos que habían triunfado gracias a él, no fueran capaces de tenderle una mano. Del éxito al olvido, parecía haber un solo paso. No estaba preparado para asumirlo. De hecho, en 1983, con los albores de la democracia, intentó volver a la televisión con Videoshow, pero el programa fue un fracaso que solo permaneció un mes al aire antes de ser levantado.
Sumado a eso, en 1984 el conductor perdió a Charito, su primera esposa, y esto lo hizo caer en una profunda depresión. Solo logró salir adelante gracias al amor de Esther, con quien se casó en segundas nupcias. Pero la realidad es que nunca más pudo disfrutar de las mieles del éxito a nivel profesional. En 1988, en Teledos, le rindieron un homenaje. Pero este no hizo más que dejar en claro que su tiempo había terminado.
En 1996, recibió el premio Martín Fierro a la trayectoria. Hizo algún que otro reportaje y despuntó el vicio del periodismo en la radio. Pero fue recién en el año 2007, que pudo volver a la televisión. Había sido convocado por su amigo Héctor Ricardo García para reeditar su clásico programa ómnibus en la pantalla de Crónica TV. Y debutó con un Sábados circulares aggiornado, que no logró captar la atención de los televidentes como sí lo había hecho tres décadas atrás.
Tenía 80 años de edad cuando murió en su casa, el 29 de agosto del 2011, después de un largo tiempo acarreando problemas de salud. Su velatorio fue multitudinario y no hubo ningún referente del medio que no lo recordara como lo que fue: un verdadero número uno de la conducción. Aunque hubiera tenido que exiliarse. Aunque muchos le hubieran soltado la mano. Y aunque nunca más hubiera vuelto a descollar con su trabajo. Después, sus restos fueron sepultados en un cementerio de Pilar, donde sus íntimos le dieron la última despedida. Y, olvidando sus malos momentos, su nombre quedó marcado en el libro de oro de la televisión.
Desde entonces, quienes tuvieron la posibilidad de conocerlo, prefirieron quedarse con esa imagen del hombre intrépido y divertido, que durante más de una década había sabido ser. Ese que salió de smoking y con una copa de champagne en la mano de una caja sellada con la que había sido sumergido en el Río de la Plata. Ese que había reporteado a una joven promesa del fútbol llamado Diego Maradona. O ese que había hecho un informe especial sobre Hiroshima y que quedará, para siempre, como el creador de un formato que luego muchos otros adoptaron.



