Jaime Bayly relató una experiencia desagradable en Buenos Aires: “La calle apestaba, el olor era hediondo, repugnante”

0
14

Jaime Bayly, reconocido escritor y periodista peruano que reside habitualmente en Miami, ofreció recientemente un testimonio contundente sobre Buenos Aires, ciudad que ha visitado en numerosas ocasiones y de la que se considera conocedor. Durante su más reciente estadía, una caminata nocturna por las calles de Recoleta alteró su percepción de la capital argentina y dio lugar a un relato crítico sobre el mal olor y la suciedad en ciertas zonas del centro. Bayly calificó esa jornada, sin titubeos, como “una noche triste”.

Todo comenzó la noche del sábado 27 de diciembre, cuando, tras cenar en un restaurante del barrio, decidió junto a su esposa e hija dirigirse a pie hacia el complejo de cines Village para ver “La empleada”. Según relata: “Por error mío, por negligencia mía, por idiotez mía… En vez de caminar por la avenida Alvear, derecho hasta, digamos, el cementerio de Recoleta y luego bordear el cementerio hasta los cines, que esta era la ruta más segura… Yo sugerí subir por Montevideo, doblar a la derecha en Vicente López y caminar hasta los cines. No imaginé, no sospeché que nos estábamos metiendo en ah… una trampa”.

La experiencia en la calle Vicente López, entre Montevideo y los cines, resultó inolvidable por motivos negativos: “La calle apestaba. Eh, era un olor hediondo, repugnante. Toda la calle Vicente López, desde Montevideo hasta llegar a los cines. Caminamos, no sé, diez o quince minutos. Y era el olor fétido (tose), espeso, nauseabundo, de la basura cuando se pudre, eh, una noche muy cálida, una noche de verano. Un olor que yo había sentido algunas noches de agosto en la ciudad de Nueva York, ¿ah? Y fue verdaderamente horrible”, describió, destacando la intensidad del ambiente.

El impacto fue también físico, especialmente para su hija. Bayly contó: “Acabábamos de comer… (tose) A mi hija y a mí nos dio náuseas. Llegamos arrastrándonos al cine. En esos momentos me arrepiento de haber viajado, ¿no? En esos momentos pienso: ‘¿Qué hago acá caminando por una calle que apesta a basura, a descomposición, a podredumbre?’ ‘¿Qué hago acá, por el amor de Dios, para ver una película que no sé si será buena?’”

Foto de archivo: la acumulación de basura en las calles de CABA fue un tema de discusión este año durante el debate electoral

La situación empeoró al llegar al cine y descubrir que la película que esperaban ver no estaba disponible: “Llegamos a la boletería… Y no, no daban la película. No daban The Housemaid, La empleada. Había salido en Internet que se estrenaba hoy a las veintitrés horas, once de la noche, hora local. Pero no, nos dijeron: ‘No, no, la estrenamos el 1 de enero’. Cambiaron de opinión, cambiaron de planes. Lo que yo leí era erróneo. No lo sé. Pero ya estábamos ahí, ¿no?” El ánimo decayó aún más: “Nuestra hija se llevó una gran desilusión. Yo estaba exhausto, todavía mareado por el olor nauseabundo de la calle. De nuevo preguntándome: ‘¿Qué hago aquí? ¿Por qué no estoy en mi casa tranquilo?’”

Con la intención de rescatar la noche, Bayly propuso ver otra película: “Y entonces, yo, bueno, dije: ‘Entremos a ver otra película’. Y entramos a ver una película rara, inteligente, a ratos un poco perturbadora o agresiva, llamada Bugonia, con Emma Stone. Dos locos chiflados, trastornados, secuestran a una mujer, la jefa de una compañía farmacéutica, pensando que es alienígena, extraterrestre. Esta es la premisa de la película. No me pareció una película mala. A ratos la disfruté. Pero n-nuestra hija e-en dos o tres momentos se sintió muy agredida por la película y, eh, de nuevo, no fue un momento enteramente placentero ver Bugonia, más todavía porque habíamos fracasado en nuestra tentativa de ver The Housemaid. Ya la veremos, si acaso, en Miami”.

Bayly resumió la velada con palabras tajantes: “Así que me llevo esta noche torcida, aciaga, contrariada. Ah, y me llevo el mal recuerdo del, del olor en la calle Vicente López. Y no sé si volveré pronto”.

El episodio llevó al escritor a cuestionarse su regreso a Buenos Aires para presentar su próxima novela en la feria internacional del libro, dejando abierta la posibilidad de que el recuerdo de esa noche influya en su decisión sobre futuras visitas a la ciudad.