A raíz del creciente debate mundial en torno a la reducción de la jornada laboral, el legislador porteño y columnista de Infobae en Vivo, Emmanuel Ferrario, aseguró que “no se trata de trabajar menos, sino de trabajar mejor y de poner en discusión lo que de verdad significa la productividad”, en medio de la discusión sobre la viabilidad de trabajar solo cuatro días por semana, en lugar de los cinco o seis habituales en la mayoría de los empleos.
Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y María Migliore. En este contexto, Ferrario analizó los proyectos y tendencias internacionales centrados en la semana laboral de cuatro días, enfatizando la importancia de repensar el equilibrio entre vida y trabajo, y reforzando que la productividad no siempre se correlaciona con la cantidad de horas laboradas.
A lo largo de su columna, Ferrario remarcó que la llamada “fórmula 100-80-100”, en la que se trabaja el 80% del tiempo habitual, se percibe el 100% del salario y se mantiene el 100% de la productividad, ha arrojado resultados positivos en diversos experimentos internacionales. “Muchos estudios demuestran que trabajar más horas no necesariamente te hace más productivo. La clave es preguntarse qué cambia cuando las personas trabajan menos horas: el bienestar, la salud y el rendimiento tienden a mejorar”, afirmó.
Respaldándose en la evidencia de relevamientos regionales, Ferrario advirtió que “el 92% de los encuestados en la Argentina se declara quemado o bajo estrés”. Haciendo mención a la encuesta anual realizada por la plataforma Boomerang, apuntó: “Este año, nuevamente Argentina se ubica primera en el ranking mundial de burnout laboral. Es el cuarto año consecutivo que sucede. Esto tiene que llevarnos a una conversación urgente sobre las condiciones de trabajo y nuestra salud”.
El legislador describió un cambio cultural en curso, potenciado por las nuevas generaciones, particularmente la Generación Z, que priorizan el bienestar y el balance entre la vida personal y profesional. “Existe una conciencia creciente sobre el síndrome del empleado quemado y la necesidad de poner límites. Las empresas tienen que adaptarse para retener talento ante estas demandas, porque la rotación y la falta de motivación son costos reales”, enfatizó.
En diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana, Ferrario citó como referencia los estudios realizados por la socióloga y economista norteamericana Juliet Schor, quien aboga por la semana de cuatro días: “Hay muchas cuestiones que aportan a la eficiencia, y la primera tiene que ver con repensar el uso del tiempo: la cantidad y duración de las reuniones, los mensajes innecesarios, la presencia excesiva en llamadas. Debemos preguntarnos si realmente todos los encuentros laborales son efectivos o si la mayoría terminan siendo una pérdida de recursos”.

El legislador porteño ilustró el impacto concreto de aplicar estas reformas a partir de pruebas pilotos. “Empresas como Microsoft Japón implementaron el esquema de cuatro días y constataron incrementos en la productividad, entre otras mejoras. Ellos limitaron a cinco los participantes por reunión y a treinta minutos la duración máxima, con agenda definida. El objetivo es lograr los mismos resultados con menos desgaste y mayor enfoque”.
Sobre la viabilidad de implementar este cambio en la Argentina, Ferrario fue claro: “No se trata de aplicar el modelo en todos los sectores. Es más apto para industrias intensivas en conocimiento que para aquellas que requieren alta presencialidad o atención continua al público, como la salud o la educación. Muchas veces, en contextos como los call centers, las consultoras o las fintech, la flexibilidad puede hacer una diferencia real”.
Uno de los desafíos, subrayó, es cultural y está atravesado por prejuicios: “En el debate se mezclan muchas veces posiciones extremas, desde quienes acusan de ‘vagos’ a los que apoyan la medida, hasta quienes sostienen que la inteligencia artificial eliminará la necesidad de trabajar en unas pocas décadas. Pero en el medio, hay que encontrar soluciones reales, racionales y adaptadas a cada realidad”.
Ferrario relató cómo Valencia, en el año 2023, reorganizó el calendario de feriados, creando cuatro lunes consecutivos no laborables y experimentó resultados llamativos: “El tráfico bajó un 10%, disminuyó la congestión en el transporte público y el ruido urbano, mientras que el consumo en el espacio público creció. Son impactos sociales potentes que no dependen solo del salario”.
No obstante, el legislador reconoció los límites de este tipo de modelos en empleos donde la jornada presencial es imprescindible. “No todo el mundo puede reducir los días de atención o de servicio sin afectar seriamente la productividad, como ocurre en la BTV [Verificación Técnica Vehicular], los servicios críticos o las escuelas. Estos sectores deben ser cuidadosos con los cambios porque el impacto puede ser negativo para la ciudadanía”.
En el intercambio con Gonzalo Sánchez y los especialistas en el piso, Ferrario insistió en la necesidad de recalibrar las métricas de desempeño: “En la Argentina, con la problemática de la informalidad y las dificultades para medir la productividad individual, no es sencillo. Pero aun así, la conversación tiene que empezar por cómo usamos nuestro tiempo en el trabajo y qué objetivos perseguimos”.
Tanto en su columna como frente a las inquietudes del panel, profundizó en el impacto del exceso de reuniones: “El 80% de las reuniones no tiene un objetivo concreto ni termina en decisiones relevantes. Es más, muchas veces se extienden sin sentido, restando energías y bloqueando la creatividad. Una agenda definida y menos personas por cita son criterios ineludibles para probar cualquier modelo flexible”.
Además, Ferrario contestó las críticas sobre la dificultad de articular este cambio en el contexto argentino, donde la incertidumbre económica y la escasez de inversión suelen marcar la agenda diaria: “La mejora de la productividad no es solo una cuestión de inversión en tecnología, sino también de formación y organización. Las empresas deben preparar el terreno y explorar fórmulas híbridas, incluso en tiempos difíciles”.
El legislador enfatizó que la transición debe ser paulatina y evaluada en cada sector y organización. “No hay que aplicar el modelo de golpe, sino ensayar pilotos, evaluar resultados y corregir sobre la marcha. Los cambios abruptos pueden alimentar discursos radicalizados en contra de iniciativas razonables y útiles, y eso sería un error”, sostuvo.
Durante la charla, algunos panelistas alertaron que los contextos internacionales no siempre son replicables en el país y que los cambios de época deben ir acompañados de cautela: “Hay que evitar el sobregiro”, advirtió uno de los conductores, mientras Ferrario coincidía en la importancia de “dar tiempo a los procesos, buscar experiencias virtuosas y no adoptar modas sin medición real”.
Destacando el impulso reciente de la Generación Z para resignificar la relación con el trabajo, el legislador porteño afirmó: “Es evidente que los jóvenes priorizan más sus tiempos libres, la salud mental y la realización personal. Las empresas que logren entender este cambio sin perder productividad estarán mejor preparadas para el futuro”.
Finalmente, Ferrario volvió sobre la cuestión de fondo: “No se trata de vagancia ni de regular arbitrariamente. Se trata de repensar la eficiencia y de hablar en serio sobre productividad. En el sector público, por ejemplo, las reformas son todavía más complejas porque es muy difícil cuantificar resultados individuales. En cada nivel, hay desafíos, pero también oportunidades”.
En su reflexión final ante las consultas del panel y la audiencia, Ferrario llamó al debate responsable: “No es necesario paralizar todo el país para probar. Hay que animarse a innovar, con prudencia y seguimiento. Los contextos importan, pero las soluciones a los problemas laborales también”.
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