Una invitación, un país dividido y 48 días de observación: la misión argentina que exploró túneles y aldeas en la guerra de Vietnam

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La misión del comodoro argentino Carlos Torcuato de Alvear en Vietnam del Sur buscó adquirir conocimientos sobre guerra revolucionaria y subversión en el contexto de la Guerra Fría

Entre el 3 de octubre y el 20 de noviembre de 1964 el comodoro de la Fuerza Aérea Argentina Carlos Torcuato de Alvear se desempeñó como observador militar en la República de Vietnam (Vietnam del Sur), en respuesta a una invitación oficial de ese país del Sudeste Asiático.

En 1964 gobernaba el presidente Arturo Illia, quien pertenecía a la Unión Cívica Radical del Pueblo. En pleno conflicto global de la Guerra Fría, Argentina se mantenía dentro del bloque occidental, adoptaba una postura anticomunista y buscaba profundizar sus vínculos con Estados Unidos. En el orden interno, el gobierno enfrentó un vasto y activo plan de lucha impulsado por el sindicalismo, como así también a guerrillas alentadas por la guerra revolucionaria comunista mundial, por las luchas de liberación nacional del Tercer Mundo y por la reciente Revolución Cubana en plena expansión.

Durante 1964 se identificaron diferentes organizaciones guerrilleras. En Icho Cruz-Talahuasi (provincia de Córdoba) se descubrió el campamento guerrillero Camilo Cienfuegos, instalado por el Partido Comunista y la Federación Juvenil Comunista. En la provincia de Salta operaba activamente el Ejército Guerrillero del Pueblo, de tendencia castrista-guevarista y apoyado por Cuba. En plena ciudad de Buenos Aires se conoció la existencia de las Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional, que buscaban establecer un foco rural guerrillero en la provincia de Tucumán.

Ante un escenario nacional tan complejo, el 6 de agosto de 1964 el comandante en jefe del Ejército Argentino general Juan Carlos Onganía pronunció un discurso en la V Conferencia de Ejércitos Americanos en West Point, donde señaló que la lucha contra el comunismo y el combate a la subversión interna constituían tareas esenciales de las Fuerzas Armadas: se inauguraba así la Doctrina de Seguridad Nacional.

Los desafíos políticos, estratégicos, militares, sociales y económicos de la Guerra Fría; la guerra revolucionaria comunista mundial y un contexto nacional amenazado por la subversión, exigían una adecuada preparación integral de la República Argentina y de sus Fuerzas Armadas. Justamente, la misión que habrá de cumplir el comodoro Carlos Torcuato de Alvear en la República de Vietnam apuntaba a adquirir conocimientos y experiencias para concretar ese objetivo.

Desde mediados de 1954, con el fin de la guerra de Indochina y la retirada de Francia, el Paralelo 17º dividía al territorio de Vietnam en dos países: en el sur, la República de Vietnam, orientada al mundo occidental y capitalista; en el norte, la República Democrática de Vietnam, que pertenecía al mundo comunista.

Argentina, bajo el gobierno de Arturo Illia, fortaleció su alineamiento con Estados Unidos y adoptó una postura anticomunista durante 1964, en pleno auge de conflictos internos y guerrillas (AP Photo/Henri Huet, File)

Luego del derrocamiento del presidente Ngo Dinh Diem (1° de noviembre de 1963), la República de Vietnam (Vietnam del Sur) atravesó un período de gran inestabilidad política, con frecuentes y efímeros gobiernos y reiterados golpes de Estado. Por el contrario, la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte) poseía un régimen mucho más estable, liderado por la figura de Ho Chi Minh, quien se desempeñaba como presidente desde 1945.

La situación interna de la República de Vietnam era igualmente crítica por la actividad insurgente comunista del Frente de Liberación Nacional del Sur (Vietcong), respaldado por el régimen de Vietnam del Norte. Las acciones del Vietcong se desplegaron por zonas rurales y urbanas e incluían agitación política, operaciones propagandísticas y psicológicas, guerra de guerrillas, terrorismo y sabotajes.

Para combatir al Vietcong, las Fuerzas Armadas de Vietnam del Sur eran adiestradas por asesores militares estadounidenses, que se encontraban allí desde la presidencia del general Dwight Eisenhower (1953-1961), ayuda que fue aumentada por el presidente John F. Kennedy (1961-1963). Para Estados Unidos, la defensa de Vietnam del Sur era fundamental para la estrategia de contención al comunismo en el Sudeste Asiático.

El 4 de agosto de 1964 se produjo el Incidente del Golfo de Tonkín, donde una escuadrilla de torpederas de Vietnam del Norte habría atacado a dos destructores de la Armada estadounidense que patrullaban la zona. Ese episodio fue el argumento del presidente Lyndon B. Johnson para concretar la intervención de Estados Unidos en la República de Vietnam, lo que marcará el inicio de la guerra de Vietnam (1965-1975).

El 8 de septiembre de 1964 el comodoro de la Fuerza Aérea Argentina Carlos Torcuato de Alvear y el diplomático Francisco María Figueroa de la Vega fueron designados para viajar a la República de Vietnam a fin de observar los trabajos de pacificación y reconstrucción que allí se realizaban. Dichos trabajos se efectuaban luego de la prolongada guerra de Indochina contra Francia (1946-1954), en un delicado escenario interno de guerra revolucionaria y agresión subversiva, y podían servir de referencia para contribuir con la preparación integral de Argentina y de sus Fuerzas Armadas en el contexto de la Guerra Fría.

Así, Argentina aceptó la invitación oficial de la República de Vietnam para visitar este país del Sudeste Asiático. Al comodoro de Alvear le correspondería observar e informar sobre los aspectos militares y a Figueroa de la Vega lo referido a asuntos políticos, económicos y sociales.

El comodoro Alvear observó la importancia de la acción cívica y la integración de esfuerzos militares, sociales y económicos en el proceso de pacificación y reconstrucción de Vietnam del Sur (AP Photo/Peter Arnett, File)

El comodoro Carlos Torcuato de Alvear era piloto de transporte y entre 1962 y 1963 había sido jefe de uno de los contingentes de la Fuerza Aérea Argentina de la Misión de las Naciones Unidas en la República del Congo (ex Congo Belga). Cuando fue designado observador en Vietnam del Sur cumplía funciones educativas y académicas en la Escuela Superior de Guerra Aérea.

El 23 de septiembre de 1964 partió para la República de Vietnam y el 3 de octubre llegó al aeropuerto de Tan Son Nhut, de la ciudad de Saigón. Permaneció en aquel país hasta el 20 de noviembre de 1964, cuando regresó a Argentina.

Durante su misión en Vietnam del Sur, el comodoro de Alvear realizó observaciones sobre distintos aspectos del complejo conflicto que allí se libraba. Sus experiencias y reflexiones fueron volcadas en 1965 en el artículo Algo sobre nuestro frente en Viet Nam (publicado en la Revista Nacional Aeronáutica y Espacial/Aeroespacio) y en el libro Viet-Nam, ahora.

En su apreciación, la explosiva crisis interna de la República de Vietnam constituía una batalla más de la Guerra Fría: es por ello que, lejos de considerarse un escenario lejano, ajeno y extraño para la República Argentina, debía ser atentamente observado desde la óptica global e integral propia del conflicto Este-Oeste.

En sintonía con la estrategia de contención al comunismo que aplicaba Estados Unidos en el Sudeste Asiático, el comodoro de Alvear señaló que “los vietnamitas están hoy en la última frontera del mundo libre, y ocupan la primera línea de batalla en esta tercera guerra mundial”. Dicha estrategia debía ser acompañada por todos los países de occidente, pues una victoria del comunismo en aquel rincón del planeta podría desplazar aquella línea y colocarla sobre otros países asiáticos o incluso sobre otros continentes.

La situación de Vietnam del Sur era un clásico escenario de guerra revolucionaria y de acción subversiva, donde era imposible aplicar los criterios de la guerra convencional. El desarrollo de aquel conflicto era muy dinámico e incierto, ya que no existían frentes ni líneas de combate, y exigía gran flexibilidad y adaptación ante escenarios y situaciones que cambiaban permanentemente.

De Alvear observó que en el conflicto survietnamita el aspecto militar era secundario. Así, la acción cívica de las Fuerzas Armadas constituía un aspecto fundamental del proceso de pacificación y reconstrucción, ya que los aspectos políticos, económicos, sociales y militares se articulaban con la seguridad y las políticas de desarrollo: mientras se combatía al Vietcong, simultáneamente se construían fábricas, escuelas, caminos y puentes y se luchaba contra el hambre y el analfabetismo, en una intensa labor donde obreros civiles trabajaban codo a codo con soldados e ingenieros militares.

Una de las más célebres y al mismo tiempo terribles fotos de la Guerra de Vietnam. La niña Kim Phuc, de nueve años, que corría por una ruta desnuda y quemada por las bombas de napalm lanzadas por los aviones de Estados Unidos. Fue en 1972 (AP Photo/Nick Ut)

La guerra de guerrillas era, según el comodoro de Alvear, el tipo de guerra que habría de predominar en el escenario mundial. La guerrilla del Vietcong realizaba ataques rápidos, breves, violentos, silenciosos y sorpresivos y luego desaparecía. Eran golpes de mano: atacar y desaparecer. El Vietcong prefería una guerra de desgaste, en vez de combates convencionales de larga duración y ataques frontales.

Los guerrilleros del Vietcong se mimetizaban con la población local, operaban de noche y durante el día descansaban o realizaban sus actividades cotidianas: era común decir en Vietnam del Sur que “el día es del Gobierno y la noche es del Vietcong”. Los combatientes del Vietcong se destacaban por su fe revolucionaria y el convencimiento de su triunfo. “El guerrillero comunista es por sobre todas las cosas, un fanático. Cree en el partido y en la sabiduría de sus líderes con verdadera fe religiosa. No se pregunta por qué. No se queja, no discute, no razona, no investiga, no analiza”, tal como destaca el comodoro de Alvear.

Las actividades del Vietcong incluían terrorismo, sabotajes, huelgas, agitaciones públicas, presiones políticas, secuestros, extorsiones, propaganda e intimidación social. Dichas acciones eran acompañadas por intensos trabajos de inteligencia. Las características de la lucha contra la guerrilla del Vietcong convertían así al conflicto survietnamita en una verdadera guerra de inteligencia. En más de una oportunidad, el comodoro de Alvear presenció las múltiples agresiones de aquel escurridizo y peligroso enemigo.

El Vietcong se infiltraba hacia la República de Vietnam por río, tierra y mar. El delta del río Mekong, con sus extensos pantanos e intrincados afluentes, era uno de los principales focos guerrilleros y núcleo de la infiltración. En las extensas fronteras con Laos y Camboya, la geografía selvática y montañosa y la negligencia o complicidad de los gobiernos de ambos países facilitaban las infiltraciones hacia el sur.

Para sus actividades de abastecimiento, descanso, refugio e infiltración, el Vietcong poseía una red logística y de comunicaciones amplia, organizada y efectiva, que atravesaba selvas y montañas y que abarcaba Vietnam del Sur, Vietnam del Norte, Laos y Camboya. Su columna vertebral era la Ruta Ho Chi Minh, que extendía sus ramificaciones por esos cuatro países.

Existían también extensas redes de túneles para refugio, cambios de posición y bases de ataque. Los túneles se hallaban en permanente expansión y estaban cuidadosamente conectados entre sí. Al igual que la Ruta Ho Chi Minh, las redes de túneles eran fuertes apoyos para las actividades del Vietcong. Un sistema de inteligencia bien coordinado contribuía a sostener, proteger y mantener conectados a los componentes de aquella compleja y laberíntica estructura.

La guerra en Vietnam del Sur fue escenario de intensas acciones psicológicas, donde la conquista de la mente de la población era tan importante como el control militar del territorio (AP Photo/Eddie Adams)

El comodoro de Alvear opinaba que en Vietnam del Sur la clave de la victoria consistía en atacar las verdaderas bases desde donde el Vietcong enviaba sus guerrilleros y abastecía sus operaciones, lo que significaba llevar la ofensiva sobre Vietnam del Norte, Laos y Camboya, con riesgo de extender el conflicto vietnamita.

Uno de los recursos de la lucha antiguerrillera era la estrategia de “vaciar el río”, que consistía en aislar a los guerrilleros de las aldeas rurales y de las poblaciones urbanas para cortarles todo tipo de apoyo y recursos: “como peces atrapados entre las rocas cuando baja la marea, quedarán indefensos y desnudos”.

El programa de las “aldeas de nueva vida”, una de las bases del proceso de pacificación y reconstrucción, contribuyó con la estrategia de “vaciar el río”. De acuerdo a las observaciones del comodoro de Alvear, la construcción de dichas aldeas eran una forma de ataque, ya que “van a meterse allí donde está el enemigo, hostigándolo en su propio reducto-la población campesina-privándolo de recursos y negándole la posibilidad de ocultarse”.

La guerra psicológica fue uno de los aspectos más relevantes del conflicto de Vietnam del Sur. De Alvear explicó que dicha guerra tenía como blanco especial a la población civil y que su objetivo era conquistar las mentes del enemigo. El Vietcong utilizó intensamente la guerra psicológica para erosionar los cimientos de la República de Vietnam a través de la propaganda, la mentira, la confusión y el rumor, a fin de desacreditar a la democracia, desprestigiar al gobierno, explotar los sensibles sentimientos nacionalistas del pueblo vietnamita, etc. En esa guerra se buscaba ganar al enemigo y convertirlo para la propia causa: “los peones comidos no son retirados del tablero, sino que cambian de color”.

El comodoro argentino observó que la preparación para la guerra psicológica era una exigencia fundamental, pues, sin preparación previa, “la defensa es casi imposible. Y todos los pueblos del mundo que no sepan prepararse a tiempo corren el inminente peligro de ser derrotados sin que sea necesario arrojar sobre sus ciudades una bomba nuclear”.

La guerra psicológica que se libraba en Vietnam del Sur se ajustaba perfectamente al contexto global e integral de la Guerra Fría. “Esta tercera conflagración mundial es de carácter especialísimo. Es mucho más política que militar e interesan en ella, más que ninguna otra cosa, los problemas sociales y económicos. La guerra no es ya la continuación de la política por otros medios, sino un complejo conglomerado de asuntos económicos, sociales, militares y políticos, cuyo manejo requiere profundos conocimientos de psicología, porque la psicología ha pasado a ser la ciencia bélica por excelencia”, tal las finas apreciaciones de comodoro de Alvear.

El 30 de abril de 1975, hace poco más de medio siglo, las fuerzas comunistas de Vietnam del Norte tomaron la que era la capital de Vietnam del Sur, Saigón, y la interminable guerra de Vietnam terminó para siempre (AP Photo/Nick Ut, File)

Para contrarrestar la efectiva acción psicológica del Vietcong, las Fuerzas Armadas de Vietnam del Sur montaron una sofisticada estructura especialmente dedicada a guerra psicológica, que apuntaba a ganar el apoyo y la buena voluntad de la población civil y estimular la confianza de ésta en sus instituciones militares; en ese sentido, un general survietnamita comentaba al comodoro de Alvear que “las guerras ya no las ganan los ejércitos: las guerras las ganan las naciones que apoyan a sus ejércitos y que tienen una población dispuesta al sacrificio”.

El comodoro de Alvear visitó la Academia Militar, la Escuela Naval, la Escuela de Aviación Militar y la Academia de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Observó la importante influencia estadounidense en la formación y capacitación del personal militar de Vietnam del Sur, y señaló que sus marinos y aviadores cumplían períodos de perfeccionamiento en unidades de la Séptima Flota de la Armada de Estados Unidos y en Bases Militares de este país. También conversó con oficiales del Ejército y de la Fuerza Aérea survietnamita sobre la posibilidad de intercambiar personal entre institutos militares de Argentina y de la República de Vietnam para compartir experiencias e incrementar la capacitación en la lucha antiguerrillera.

Vietnam del Sur era un verdadero laboratorio donde permanentemente se ensayaban técnicas y tácticas de combate. Se observó la necesidad de unificar los medios militares bajo un solo comando, ya que la lucha contra el Vietcong exigía un criterio conjunto con pequeñas unidades aeroterrestres comandadas por un solo jefe e integradas por aviones, helicópteros, carros de asalto, tropas de paracaidistas y de infantería e ingenieros, que formaban un todo indivisible. La guerra de guerrillas exigía colocar rápidamente y en cualquier punto del territorio a esas unidades aeroterrestres.

La experiencia de Alvear en Vietnam del Sur permitió identificar desafíos clave para la seguridad nacional argentina, sugiriendo adaptar estrategias flexibles y coordinadas para enfrentar conflictos modernos (AP Photo/Eddie Adams, File)

Inspirado en aquellas unidades, el comodoro de Alvear sugirió organizar en Argentina un dispositivo militar cuyos medios actuaran como los cinco dedos de una mano: coordinados, que respondieran a un sólo cerebro y que pudieran formar un puño. Proponía formar unidades capaces de “golpear con eficacia y responder al requerimiento con la velocidad necesaria. Exactamente, como los dedos de una mano”.

El comodoro de Alvear destacó el uso de helicópteros en la lucha contra las guerrillas, ya que constituían el medio más adecuado para transportar rápidamente tropas hasta sitios precisos, pues la velocidad con que los guerrilleros del Vietcong aparecían y desaparecían obligaba a colocar de inmediato en el lugar de combate o en sus proximidades el mayor número posible de tropas; por otra parte, los helicópteros podían efectuar múltiples tareas: transporte de tropas y carga, evacuación de heridos, traslado de autoridades, observación, acciones de guerra química, etc.

De Alvear voló hasta la zona de Tay Ninh a bordo de un helicóptero Sikorsky H-34 de la Fuerza Aérea survietnamita. Observó que en Vietnam del Sur la Fuerza Aérea de Estados Unidos poseía numerosos helicópteros de combate, apoyo y transporte. Visitó las importantes Bases Aéreas de Da Nang y Bien Hoa, y en ésta última conoció el cuartel de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos que asesoraban a Vietnam del Sur, con quienes efectuó un vuelo de observación en un helicóptero Bell por la zona costera de Cam Ranh. El comodoro conversó sobre diversos temas profesionales con el general Nguyen Cao Ky, futuro primer ministro de la República de Vietnam.

Para el comodoro de Alvear y su compañero Figueroa de la Vega no faltaron situaciones riesgosas, pues, en su opinión, “no podía negarse que su presencia en Vietnam tenía cierto carácter político y no era improbable que los comunistas quisieran hacer un escarmiento en las personas de los dos primeros observadores sudamericanos que llegaban al país”.

En cuanto a la relación del conflicto de Vietnam del Sur con nuestro país, el comodoro apoyaba la participación argentina en la estrategia de contención al comunismo. Observó que “ayudar a los vietnamitas en su lucha es ayudarnos a nosotros mismos. Ellos están hoy en la más lejana frontera de la democracia, en una primera línea de batalla. Detrás de esa línea se encuentran todos los países del mundo libre, Argentina inclusive. Los comunistas tienen gran parte de sus medios empeñados en el sudeste asiático. Están realizando esfuerzos extraordinarios por conquistarlo y, si lo lograran, estarían en condiciones de concentrarse en nuevos objetivos, uno de los cuales es sin duda Sudamérica. ¿Merecen los vietnamitas que se los ayude? Personalmente, creo que sí, pero en realidad no interesa saber si lo merecen o no. Lo positivo es que necesitamos que triunfen. Y solos jamás lo lograrían”.

El comodoro Carlos Torcuato de Alvear regresó al país el 20 de noviembre de 1964. Su experiencia en el exótico escenario de Vietnam del Sur le permitió obtener un conjunto de conocimientos que podían resultar útiles para fortalecer la seguridad nacional y contribuir con las políticas de desarrollo y de defensa de la República Argentina en el dinámico escenario de la Guerra Fría y en un contexto interno inestable, crítico y volátil.